La primera se recibió de abogada. La segunda puso una óptica.
No le fue mal, si tomamos en cuenta que vivía en La Boyada, era muy mal hablada, tomaba grappa, fumaba La Paz Suave, y no se perdía un partido de Cerro-Cerro.
Es notorio que ella nunca renegó de sus orígenes ni de su idiosincrasia, demostrando que no es indispensable ser finoli para triunfar en la vida...