(y a mi no me importa mucho que digamos)

lunes, 11 de octubre de 2010

LA LITERATURA TIENE CARA DE MUJER

Con María de las Mercedes Ibañez Pou
Reportaje de Sylvia Martha Zerbino Ponce de León (Punta del Este Herald)


- ¿Cómo andás?
- Bien, por suerte...

- Tu último libro se está vendiendo bárbaro. ¿Cómo te sentís con eso?
- ¡Ay! Re bien, me encantó que a la gente le gustara.

- También tuviste buena crítica.
- Si, eso estuvo bárbaro. Son unos divinos los críticos.

- Contános como fue que empezaste a escribir.
- Bueno, yo escribía de chiquita...

- ¿Muy de chiquita?
- ¡Si! Era re chiquita cuando empecé a escribir.

- ¿Cuantos años tenías?
- ¡Uhhh! Tendría unos seis años, tendría...

- ¿Y qué escribías en esa época?
- Bueno, mayormente ensayos.

- ¿Ensayos? Eso no es muy común.
- ¿No? En mi círculo casi todos los niños escribíamos ensayos...

- ¿Era por influencia de tu familia?
- En parte sí, mi madre leía mucho, mucha revista sobre todo, y a mi me re encantaba hojear esas revistas aún antes de saber leer. “¡Mirála a la Juana de Ibarbourú!, ésta va a salir escritora”, decía mi madre (risas).

- ¿Y cuales revistas leía tu madre?
- Bueno, las que más recuerdo eran Radiolandia, Antena y Para Tí, todas revistas argentinas. A lo mejor es de ahí que me vino la influencia de Borges.

- ¿De Graciela Borges?
- Juaaaa ¡te pasaste! ¡sos genial, vos! No, de Jorge Luis ¿Lo conocés? Una vez salió un cuento suyo en Para Tí y me marcó para toda la vida, se llamaba “El Ale” o algo así...

- Si, si... pero dále, contáme de las influencias. Decías que tu familia te había influído “en parte”. ¿Cuales otras influencias te influyeron para comenzar a escribir ensayos de tan chiquita?
- Bueno, la influencia más grande que tuve para eso fue la de mi maestra de primer año de escuela, Rosita, era re amorosa, una divina. A mi me decía “Delmirita” (risas)

- ¿Y cuales eran los temas de esos ensayos tuyos?
- Bueno, recuerdo que el primer ensayo que escribí fue sobre climatología. “El otoño”, se llamaba, era bastante descriptivo, pero también tenía mucha poesía. Eso de mezclar los géneros siempre me encantó. Todavía lo guardo, me lo sé de memoria. Empieza diciendo: “Ha llegado el otoño. Los árboles se han vestido de marrón. El viento desprende sus hojas y las hace bailar en ronda en la vereda”, y así... Hice un ensayo para cada estación del año.

- ¡Que Bárbaro! ¿Y cuando comenzaste a escribir ficción?
- También ese año, yo fui una chica muy precoz... Pero para escribir ¿Eh? Que no se confunda, por favor (risas).

- ¿Y qué escribiste?
- ¡Uhhh! Un montón de cosas. Mayormente relatos. Me acuerdo de uno que guardo hasta ahora. Se llama “Una visita al Zoológico”. Ahí descubrí que habían otros animales además de los perros y los gatos. Fue un shock para mi ver a las bestias salvajes, y eso desató mi imaginación.

- Y desde entondes hasta acá no paraste...
- No, de entonces hasta acá no paré de escribir, y siempre de todo un poco. Recuerdo que durante la adolescencia cultivé el género epistolar y también el hiperbreve.

- ¿El hiperbreve? ¡Eras una adelantada a tu época!
- Juaaa ¿Viste? Ahora se puso de moda y yo ya hiperbreveaba a los 15 años.

- ¿Te acordás de alguno?
- Si, claro, mirá, hay uno que dice: “A mi también me gustás”.

- ¡Genial! ¡Toda una historia de amor resumida en cinco palabras!
- Si, si, si... ¿no es re tierno?

- ¡Muchísimisimisimísimo! ¿Y qué otras cosas escribiste?
- Uuuuh... También tengo escrito un libro como de mil páginas.

- ¿Y de qué trata?
- Es una autobiografía, se llama “Mi diario”, y todavía no la terminé.

- ¡Buenísimo! ¡Me re encantan las autobiografías!
- Si, a mi también. Cuando en el liceo leí la autobiografía de Napoleón de Emil Ludwig fue que empecé a escribir la mía.

- ¿Y ya estás pensando en tu próximo libro?
- Ya lo estoy escribiendo.

- ¿Y de qué trata? ¿Podés decir?
- Si, claro, es una novela policial que se me presentó cuando el invierno pasado viajé a Grecia y me robaron la cartera en la calle, se llama “Asesinato en el Partenón”.

- ¿¡Te robaron la cartera!?
- ¡Ay sí! No sabés, fue horrible... ¡Con todas las tarjetas adentro! Menos mal que había dejado el pasaporte y los cheques de viajero en el hotel, que sinó...

- ¡Pah! ¡Que feo!
- Ni te imaginás. Pero bueno, no hay mal que por bien no venga. Huí de Atenas. Me tomé un crucero a Mykonos, y ahi empecé a escribir la novela.

- ¿Y de qué trata?
- Ahhh... esperá a qué salga...

- Bueno, dále. Felicitaciones de vuelta por el éxito de tu libro... ¿como era?
- “El Profeta de Belén”.

- Si, ése. Nos vemos.
- Dále.