Hace unos cinco años, cuando Ricardo Erlich fue elegido como candidato a intendente de Montevideo, un viejo amigo, compañero de militancia en el Fer68 a principios de los '70 y actual militante del Espacio 609, simpatizante toda la vida del MLN, me preguntó qué me parecía su designación. Yo le dije que me parecía un tipo muy indicado para la tarea (la realidad luego demostró otra cosa, pero eso es opinable, y sin dudas es otro tema) y le repregunté: "¿Y a vos?".
Mi amigo puso cara de oler algo en mal estado, movió la cabeza aleatoriamente, y me dijo muy suelto de cuerpo: "Mmmmm, sé, pero es judío... No me gusta". Ante esa respuesta, huí despavorido porque no hay manera de discutir sensatamente con alguien que plantea las cosas de ese modo.
Días pasados el chofer del ómnibus me señala una moto que venía circulando por Bulevar Artigas, y me dice: "¡Mirá qué máquina!". Miro, y coincido con él, era una hermosa y reluciente moto BMW a cardán de los años 50, pero el piloto llevaba puesto un casco nazi. "Preciosa, lástima el casco del motociclista..." -le respondí. Y el chofer me mira extrañado y me dice: "¿No te gusta? ¡A mi me encanta todo eso!". Y yo nuevamente huí despavorido. El chofer es frenteamplista, votará la 5005 este fin de mes.
Se me podrá tratar de cobarde por huir despavorido cuando me encuentro con brotes de antisemitismo y nazismo. Yo no acepto esa acusación, lo mío es un claro caso de pereza intelectual. Porque para rebatir esas ideas hay que volver muy atrás en la historia, bajar muy abajo en la escala del razonamiento, e invertir un tiempo que no tengo y tampoco estoy dispuesto a perder.
Porque quienes así piensan no lo hacen en base a un razonamiento lógico, sino a partir de una emoción. Es "una cuestión de fé", como dicen los creyentes cuando no pueden justificar racionalmente su creencia (algo lógico, una creencia nunca puede ser racional, así que no me vengas a predicar con argumentos ¿querés?).
Dos mil años de antisemitismo no pasaron en vano, y por algo la abrumadora mayoría de los alemanes y los austríacos apoyaron como apoyaron a Adolf Hitler.
En "El corazón es un cazador solitario", Carson McCullers pone estas palabras en boca de uno de los protagonistas, un adolescente que le dice a otro: "Recordarás todas aquellas fotos de la gente de nuestra edad en Europa marchando y cantando canciones y marcando el paso ¿no? Bueno, pues yo pensaba que todo aquello era estupendo. Todos ellos comprometidos y con un mismo jefe. Todos con los mismos ideales y marcando el mismo paso. No me preocupaba mucho lo que les ocurría a las minorías judías porque no quería pensar en ello. Y porque en aquella época ni siquiera quería pensar en que yo era judío. Ves, no lo sabía. Sólo miraba las fotos y leía lo que decía abajo, y no comprendía. Jamás supe lo espantoso que era aquello. Me consideraba fascista. Por supuesto mas tarde vi las cosas de manera diferente."
El protagonista del gran libro de McCullers era fascista porque no se daba cuenta. Cuando se dió cuenta cambió completamente de manera de pensar. Pero mi amigo sabe muy bien que no existe una "raza judía", y el chofer ha visto hasta el hartazgo películas que muestran las bestialidades cometidas por los nazis. Y sin embargo, a pesar de ello, tanto uno como otro piensan lo que piensan, o tal vez debiera decir "sienten lo que sienten".
Y yo he puesto como ejemplos a mi amigo y al chofer, simplemente a los efectos prácticos, pero hay gente así por todos lados, mucha. Gente muy progresista pero que llegado el caso no vacila en decir cosas como "lástima que a Hitler no le dió el tiempo". Hay un inspector de Cutcsa que antes fue fusilero naval que dos por tres dice eso. Y yo lo miro, con su fenotipo "zambo" (morocho medio aindiado) y le digo: "No, es al revés, suerte que a Hitler no le dió el tiempo, porque si le hubiera dado hubiera hecho jabón también contigo". Y el tipo se va, y me putea por dentro pero sigue siendo nazi (*). ¡Qué increíble la mente humana! ¿No?
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(*) Ha de decirse en su favor que este "nazi negro" es más coherente que mi amigo y el chofer: a fin de mes votará a Lacalle.
