En la esquina de las calles Cerrito y Solís, en la Ciudad Vieja de Montevideo, se alza la Parroquia San Francisco de Asís, más conocida como “El Señor de la Paciencia”, debido a una estatua tallada en madera llamada “El Cristo de la Paciencia”, que fue traída por los Jesuitas y allí luce.
De acuerdo a lo que dice una página web dedicada a dicha circunstancia, la paciencia es la Ciencia de la Paz que se adquiere al pasar diversos trabajos en la vida de todos los días, de sufrir adversidades y aún así, sin perturbarse el ánimo se sale adelante con la comprensión de las situaciones, con la Paz que trae el conocimiento de uno mismo.
Sin embargo, a la entrada de la famosa catacumba de dicho templo un texto reprocha duramente al pasante: “Tú que pasas, mírame. Cuenta si puedes mis llagas. ¡Ah hijo, qué mal me pagas la sangre que derramé!” ¿Y la paciencia? ¡Caramba! Éste parece más “El señor del rencor”… ¿o no?