-¿A cuánto el Ché? -le pregunto.
-Cuatrocientos cincuenta -me contesta, y lo levanta y me lo quiere dar para que lo sopese, lo toque, lo manosee.
-Mire, mire -me dice solícita extendiendo la mano izquierda (¿cuál iba a ser?) que empuña al Che.
-No, no, gracias, gracias -le digo mientras retrocedo, ocultando el asco detrás de una sonrisa hipócrita.
En Montevideo, el 13 de noviembre de 2010, el Ché Guevara es un muñeco de trapo tirado en el piso que cuesta 17 Euros, o 23 Dólares; lo mismo que tres kilos de pesceto o 60 litros de agua mineral sin gas, o una botella de whisky escocés.
Cotiza bien el Ché en Uruguay en noviembre de 2010, muy bien...