El locutor dice que las casas de la ciudad de Río Branco están pintadas de vivos colores, pero la cámara muestra casas de un blanco raído. El locutor habla de los botes multicolores que flotan bajo el puente Mauá, pero la cámara muestra tres botes naranja. Anoche, la locutora de El Espectador dijo que “los dejamos con Alejandro Dolina, desde el Palacio Rodríguez Díaz”, pero Dolina transmitió desde el Paseo La Plaza –como había anunciado el día anterior– porque el Palacio Rodríguez PEÑA estaba ocupado con otro espectáculo. El locutor no mira lo que muestra, la locutora no escucha el programa que anuncia. ¿Por qué? Porque a nadie le importa lo que digan. Ni a ellos, ni a sus patrones, ni a sus anunciantes, y por su puesto que tampoco le importa a la mayoría de sus televidentes u oyentes, que ni cuenta se dan de estas sutilezas.