Aunque no esté escrito, desde que el hombre comenzó a hacer monumentos a sucesos o personas que deseaba recordar por algún motivo, existe una especie de orden jerárquico preestablecido para instalarlos. Es por eso que los monumentos más importantes suelen estar en lugares donde pueden ser vistos por la mayor cantidad de gente posible. Si los monumentos a Artigas, Lavalleja, Rivera y Oribe están donde están, es por eso y no por otra razón.
Cuando los milicos quisieron homenajear a sus caídos (la mayoría, integrantes del Escuadrón de la Muerte), pusieron su monumento en un lugar en el que es casi imposible no verlo. Pero cuando la Intendencia del Frente Amplio decidió construir un monumento a los detenidos-desaparecidos, hizo todo lo contrario y lo construyó en un lugar en el que es casi imposible verlo.
Nadie que no sepa que eso existe logrará ver ese impresionante monumento oculto en medio del Parque Vaz Ferreira. No sólo hay que saber que existe, sino que además hay que saber cómo llegar allí, algo que no es tan fácil como podría parecer mirando el mapa. Y no exagero ni bromeo, quien haya intentado llegar allí en auto puede certificar lo que digo.
Pero por si no bastara con eso, a pesar de que dentro de una hermosa cabañita al estilo Kentucky que han construído enfrente hay a veces algunos guardiaparques, el monumento está depredado como si nadie lo vigilara. Los vidrios en los que están grabados los nombres de los desaparecidos están rayados y de tanto en tanto es roto alguno; y las luminarias están en proceso de extinción, por lo que no es recomendable visitarlo de noche (algo que realmente resultaba sobrecogedor).
O sea que no sólo escondimos ese monumento en uno de los lugares más recónditos de la ciudad, sino que además no lo cuidamos ni lo vigilamos, ni lo mantenemos como se debe.
Pero esto otro del abandono, no es algo exclusivo del Memorial, sino que es y ha sido la norma de todos los monumentos y parques montevideanos al menos durante la última década. El ciclo es el siguiente: 1) Se contruye -por ejemplo- una plaza; 2) Se deja abandonada para ser depredada y vandalizada hasta que dé vergüenza; 3) Se llama a licitación y se vuelve a dejar la plaza cero kilómetro. Y el ciclo se repite indefinidamente una y otra vez, y plata va y plata va…
(Vea "Monumentos Montevideanos" I, II, y III)
Dejando de lado cuestiones tan pasadas de moda como la ética y la moral: ¿No saldrá más barato vigilar las plazas y los monumentos que dejarlos a la buena de dios y luego reconstruírlos? ¿O es precisamente por eso que no se vigilan ni se cuidan las plazas y los monumentos montevideanos, para poder hacer jugosas licitaciones in eternum?
Yo no sé lo que es peor, si la corrupción o la desidia, si el contubernio o la soberbia. El resultado es el mismo, y para peor, a nadie, pero realmente a nadie, le importa un carajo todo esto. Ni a los frenteamplistas, ni a los blancos, ni a los colorados. Ni a los ediles, ni a las juntas locales, ni a los centros comunales, ni a los diputados, ni a los senadores. Y cuando digo a nadie, digo a nadie con poder de decisión o de convocatoria.
Y ahora, esos mismos que prescinden y se desinteresan permanentemente, se vienen a mandar la parte y se rasgan las vestiduras porque la Coca Cola filmó un comercial en el Memorial. El intendente Erlich, adalid del desinterés y el abandono de los monumento montevideanos, amenaza ahora con una investigación, pero porque el Pit–Cnt le fue a reclamar.
Si, le fue a reclamar porque al Pit-Cnt y a Familiares les molestó que taparan los nombres de los desaparecidos con cartones para filmar ese comercial, pero nunca les molestó que el Memorial estuviera abandonado a la buena de dios. Yo no vi el comercial, pero puedo asegurar que gracias a la Coca-Cola, el Memorial fue visto por primera vez por miles y miles de personas. Aunque los nombres estuvieran tapados, lo vieron. Y yo no sé lo que es peor, si prestar el Memorial para que filmen un reclame, o esconderlo para que no lo vea nadie.