(y a mi no me importa mucho que digamos)

lunes, 28 de diciembre de 2009

PEQUEÑO GIGANTE

Ayer miré "Gigante", la película del director uruguayo de nacionalidad argentina Adrián Biniez que ganó tres ositos en el festival de Berlín (el de Plata- Gran Premio del Jurado, el Premio Alfred Bauer, y el premio a la mejor Opera Prima).

Es una peliculita simpática y amable, bastante bien hecha, demasiado medida para mi gusto. Yo no sé con cuales películas compitió en Berlín, pero bueno, está bien, viva viva, tres premios tres.

Gigante es un ejemplo claro de una película festivalera, es decir: es una película pensada para ganar premios en festivales. Y eso se nota porque ni Biniez ni su producción pensaron en que esa película iba a ser vista por los habitantes de la ciudad en la que fue filmada al momento de elegir los escenarios en que fue rodada.

Me explico: en una película, al igual que en un libro, debe establecerse lo que se llama un "pacto ficcional" entre el autor y el espectador o lector. Y para que ese pacto funcione, si estamos ante una obra realista o naturalista, el autor ha de facilitar las cosas, evitando irracionalidades. Por ejemplo: si la película se desarrolla en Rio de Janeiro, no puede haber un esquimal andando en kayak en la playa de Ipanema.

Pues bien, en Gigante la acción se desarrolla principal, notoria y ostensiblemente en el Cerrito de la Victoria. Sin embargo, vemos pasar ómnibus que pasan a kilómetros de allí, y resulta que caminando unas cuadras para allá, llegamos a la escalinata de Punta Gorda, y cuando bajamos esa escalinata nos encontramos con la playa del Buceo.

Y bueno, ahí se me vino abajo el pacto ficcional. Me resultó imposible dejar de pensar que el tipo no estaba donde parecía que estaba sino en otro lado y que si agarraba para ahí no podía llegar allí... ¿se entiende?

Las películas buenas cuidan esos aspectos. En este caso, si se precisaba una playa, no había nada que impidiera que los protagonistas vivieran en el Buceo (que también tiene viviendas humildes) y no en el Cerrito de la Victoria (aún filmándola en el Cerrito de la Victoria).

Igual no importa demasiado, mayormente porque la película en sí no importa demasiado. Un asunto aparte es su protagonista (Horacio Camandule) un muy buen tipo, maestro él. También quedó muy linda la música de los Buenos Muchachos a la hora de los créditos. Si, ya sé, soy un asqueroso. No puedo evitarlo.