Ayer murió Héctor Gross Espiell, un viejo facho, oportunista y vintenero, ministro de Lacalle y embajador de Sanguinetti, que a los 78 años se hizo izquierdista cuando los hermanos Peirano se le quedaron con un millón de dólares. Todos los diarios publicaron su obituario, pero ninguno recordó cuando le dió a Alberto Fujimori los elementos jurídicos necesarios para justificar su dictadura, dejando atada de manos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, organismo que él integró durante años.
Esos actos innobles de Gros le costaron el ostracismo internacional, teniendo desde entonces la entrada prohibida en la OEA y en la ONU. Y en ese ostracismo estuvo hasta que en 2005 lo rescató el presidente y compañero masón Tabaré Vázquez, quien contra viento y marea lo impuso como embajador en Francia, en la Unesco, y lo puso al frente de la delegación que discute en el Tribunal de La Haya la denuncia argentina contra las pasteras.
Héctor Gros Espiell no fue una buena persona, y no merece ser recordada como tal. Por eso la entrada de hoy es un pequeño dossier recordando sus sombras y sus bajezas.
CUIDADO: GROS ESPIELL PROVOCA AMNESIA
Andrés Capelán (Comcosur - 10.02.05)
Con anterioridad a la designación del socialista Reinaldo Gargano como su Canciller, el presidente electo uruguayo Tabaré Vázquez, había manejado el nombre de Héctor Gros Espiell para volver a ocupar el cargo que desempeñó entre 1990 y 1993 durante el gobierno del Partido Nacional presidido por Luis Alberto Lacalle. Una fuerte movida interna del Partido Socialista (al que Vázquez pertenece), impidió que el hecho se consumara e impuso a Gargano en ese cargo.
Pero antes de ofrecerle la embajada en París, Vázquez le había ofrecido a Gros la representación ante la ONU, y el ex canciller la rechazó. Ese rechazo se entiende perfectamente si se conocen plenamente todos los antecedentes del futuro embajador “progresista” en la ciudad luz. La cantidad de honorables títulos de que hace gala Gros Espiell y la multitud de prestigiosos cargos en los que se ha desempeñado, se pueden encontrar facilmente en cualquier buscador, y resulta abrumadora. Sin embargo, en ninguna de sus biografías o curriculums oficiales se menciona su asesoría al autócrata peruano Alberto Fujimori.
Junto con el brasileño João Clemente Baena Soares, Gros Espiell avaló en nombre de la OEA el autogolpe de Fujimori y las irregulares elecciones peruanas de 1992. Poco después, fue contratado por el autócrata para que encontrara las chicanas jurídicas necesarias para que Perú pudiera recusar la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Según varias pruebas documentales presentadas durante las posteriores investigaciones que el Congreso peruano realizó sobre estos asuntos, Gros Espiell fue contratado a instancias de Vladimiro Montesinos, el siniestro y corrupto jefe de Inteligencia de Fujimori.
En uno de los "vladiaudios" (nombre que dieron los peruanos a la serie de grabaciones que Montesinos hizo secretamente a las personas con las que se entrevistaba), se escucha la voz de una persona no identificada recordándole al asesor de Fujimori que se aproxima la asamblea de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y Perú tiene varios casos pendientes con ese organismo. Montesinos responde fuerte y claro: (la solución) "está viniendo, está viniendo, lo estoy haciendo llamar al viejito, este Gros, para que nos apoye. Lo voy a llamar ahora para que esté llegando. Va a llegar el 30 acá (Lima) y hay que mandarlo allá (San José de Costa Rica), el viejito es buena gente porque cobra su pasaje y por cada venida 5 mil, 7 mil dólares"...
Por estos desempeños, el flamante embajador uruguayo en Francia está “mal visto” en varios ámbitos internacionales, y de ahí que rechazara el cargo en la ONU. En los ámbitos nacionales, al parecer no sucede esto. Resulta por lo menos curioso que ningún medio de comunicación uruguayo se haya referido al “episodio peruano” de la vida de Gros Espiell, a pesar de haberse ocupado del tema hace poco más de tres años, cuando el parlamento peruano investigó a Montesinos. Esas notas periodísticas todavía están en la “World Wide Web”, pero todo indica que aquí nadie vuelve a leer lo que escribió.
Recién cuando los uruguayos residentes en Francia (a quienes el soberbio Gros Espiell ignoró olímpicamente en su anterior pasaje por Lutecia) lanzaron su campaña de correos electrónicos destinada a que Tabaré Vázquez revea su decisión (algo bastante difícil, conociendo la personalidad del futuro presidente uruguayo), algunos medios comenzaron a mencionar el oscuro pasado de Gros, el mercenario, pero sin abundar demasiado, no sea cosa que alguien se enoje...
GROS ESPIELL A PARÍS. UN NOMBRAMIENTO POCO DIPLOMÁTICO
Desde la OEA sostuvo la dictadura mafiosa de Fujimori y Montesinos
Por: Guillermo Waksman (Brecha – 22.07.05)
La designación de Héctor Gros Espiell como embajador en Francia ha sido la resolución del gobierno electo que cayó peor en todo el mundo, casi literalmente hablando. No queda muy claro cuáles fueron los fundamentos que tuvo Tabaré Vázquez para nombrarlo.
Héctor Gros Espiell, de 78 años de edad, perteneció toda su vida al Partido Nacional (PN), cuya comisión de ética integra actualmente. En 1963 y 1964 había sido subsecretario de Relaciones Exteriores, y en 1990, durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle, ocupó durante dos años y medio la titularidad de la cancillería, antes de ser designado por primera vez embajador en Francia, cargo que ejerció entre 1993 y 1997. Durante la dictadura estuvo fuera del país y fue funcionario internacional, desempeñándose, entre otros organismos, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que funciona en el ámbito de la OEA. Gros es profesor de derecho constitucional en la Universidad de la República, la Católica y la de Montevideo. A partir de mediados de 2002 adquirió notoriedad también por haber sido uno de los principales damnificados del TCB, que lo despojó de lo que él mismo calificó los ahorros de toda su vida y que, según otros ahorristas, pueden estimarse en un millón de dólares.
La posición de Gros con respecto a las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura uruguaya no ha sido la que siempre defendió la izquierda. A fines de 1991, cuando la CIDH solicitó al gobierno uruguayo que dejara sin efecto la ley de caducidad por violentar la Convención Interamericana de Derechos Humanos, Gros declaró que se trataba de una resolución absoluta y radicalmente equivocada, y ordenó a la delegación uruguaya ante la OEA trabajar para modificarla, lo que nunca se logró.
El prestigio de Gros por su actuación internacional se desmoronó a mediados de 2001, cuando trascendió que en 1999 había asesorado a Alberto Fujimori y a Vladimiro Montesinos, a propósito de la decisión de la dictadura peruana de desconocer la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La participación de Gros en la delegación uruguaya que concurrió a la XXXI Asamblea General de la OEA, en Costa Rica, generó, por esos antecedentes, graves cuestionamientos de representantes de otros países y de varias organizaciones no gubernamentales. La pretensión de Perú de eludir la jurisdicción de la Corte de Derechos Humanos fue rechazada por ese órgano internacional y el futuro embajador del EP-FA sólo atinó a aclarar, cuando su conducta tomó estado público, que sólo había redactado un par de dictámenes jurídicos, que nunca había tratado personalmente con Montesinos y que había cobrado como honorarios unos 5 mil dólares.
Según la revista peruana Caretas, ya en 1992, cuando el régimen de Fujimori dejó a un lado la Constitución, Gros lo respaldó como presidente de una comisión de la OEA encargada de investigar el autogolpe, y tres años después asistió, como invitado especial, a la inauguración del segundo gobierno de Fujimori.
A menos que la señal haya sido muy mal entendida, el nombramiento del futuro embajador en Francia no fue un gesto de acercamiento al PN. Por el contrario, esta colectividad rechazó tanto la resolución del presidente electo como la aceptación de Gros. Ambos cuestionamientos se debieron a que no se recabó la opinión del PN, como debió hacerse según sus principales dirigentes, por más que se tratara de un ofrecimiento a título personal. El ex candidato a la vicepresidencia Sergio Abreu dijo que Gros se había "autoexcluido" del PN, el diputado electo Pablo Iturralde afirmó que los blancos interpretan que el ofrecimiento marca una distancia que el gobierno electo toma respecto del PN, y el propio presidente del Directorio, Jorge Larrañaga, sostuvo que probablemente los senadores de su sector no acompañen la solicitud de venia para Gros.
La noticia tampoco cayó bien en la colonia uruguaya en París, sobre todo por los antecedentes de Gros en materia de derechos humanos, y se estaría manejando la posibilidad de declararlo persona no grata. Pero más allá de las objeciones de fondo, llamó la atención el procedimiento. El lunes 17 la noticia de que había aceptado la propuesta de Vázquez la dio el propio Gros. En la mañana siguiente el futuro canciller Reinaldo Gargano negó, en declaraciones a la radio Concierto-Independencia, que hubiera alguien designado para ese cargo, mientras que el vicepresidente electo, Rodolfo Nin, también le habría dicho a Larrañaga que hasta ese momento no había nada decidido. Fue recién el miércoles 19 que Gargano confirmó que Gros ocuparía el cargo y sostuvo que los embajadores, que representan al gobierno, son nombrados directamente por el presidente electo. Este episodio, que se suma al de la controvertida broma al presidente Jorge Batlle para ocupar la embajada en Washington, parece confirmar que las designaciones en el servicio exterior no son materia de análisis previo ni de comunicación posterior con el futuro canciller.
Residentes uruguayos en Francia lanzan campaña contra Gross Spiell, embajador nombrado por Vázquez
Fue ministro de Relaciones Exteriores del presidente Lacalle y ex embajador del presidente Sanguinetti
(09.02.05)
Los residentes uruguayos en Francia manifestamos nuestra decepción (y amargura) e incomprensión por el nombramiento del Sr. GROS ESPIELL al frente de la embajada de Uruguay en Francia. Consideramos que el ex ministro de Relaciones Exteriores del presidente Lacalle y ex embajador del presidente Sanguinetti contradice claramente la voluntad de cambio expresada por los uruguayos el 31 de octubre pasado.
Gros Espiell simboliza la diplomacia blanqui-colorada de (los últimos veinte años) las últimas décadas, diplomacia que convirtió la Cancillería en un centro de acomodo para los dirigentes de los partidos tradicionales, fuente permanente de escándalos políticos y financieros. Como ya tuvo ocasión de demostrarlos en su paso por la embajada en París, Gros Espiell representa además la diplomacia que le da la espalda a los uruguayos en el exterior.
Quienes hemos trabajado desde hace muchos años, por un cambio político y profundo en Uruguay, por un país más igualitario, más justo, más democrático y esencialmente menos corrupto; quisiéramos saber cuáles son las razones que motivaron dicha promesa de nombramiento.
Por supuesto, que nuestra primera opción es por un embajador frenteamplista, pero al menos quisiéramos ser representados de manera clara, limpia, sencilla ya sea por un funcionario de carrera del Ministerio de Relaciones Exteriores, por una personalidad de la sociedad civil o por la persona designada en acuerdos políticos con los otros partidos.
Su nombramiento sorprende también a los franceses amigos de Uruguay, a aquellos que desde hace años, desde la época de la dictadura hasta hoy día, han manifestado en forma concreta y en todos los ámbitos, en particular en el de los derechos humanos, de la ayuda social y económica, su solidaridad con nuestro país.
¿Cómo explicarles la decisión de un gobierno progresista de nombrar a un diplomático emblemático de la derecha uruguaya, desprestigiado por su apoyo a Fujimori? Sí estás de acuerdo con esta propuesta, firmá y enviá este mensaje a la lista de tus conocidos/as y a los correos del compañero Tabaré Vázquez para que sea removido el Sr. Gross Spiell
(Obviamente, la gestión no prosperó)
EN LA REVISTA CARETAS (Nº 1578 - Lima 1999)
Un viejo conocido, el ex canciller uruguayo Héctor Gros Espiell se ha hecho presente en Lima en una misión inaudita: terminar de asesorar a nuestro Ministerio de Justicia en el procedimiento de retiro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esto convierte a Gros Espiell en uno de los expertos en derechos humanos más extraños del mundo, ya que él mismo fue miembro de la Corte
Sus contradicciones no son, por cierto, nuevas. En 1980 publicó un libro, titulado `Derechos Humanos', que alababa la Constitución peruana de 1979. En 1992, sin embargo, al actuar como presidente de una misión nombrada por la OEA para tratar el caso del autogolpe que precisamente desbarató esa Carta Magna, se parcializó notoriamente con el golpista. Desde entonces el régimen lo ha colmado de atenciones. En 1995 Gros Espiell, ya embajador en París, fue invitado a la inauguración del segundo gobierno de Fujimori como huésped especial.
Durante décadas la OEA fue una institución sin espinazo ni convicciones, una ONU de traspatio en Washington cuando lo que importaba a los gobiernos norteamericanos era derrotar al comunismo, y no importa cómo. Pero a partir del segundo quinquenio de los '70 el tema de los derechos humanos se convirtió en doctrina hemisferio, en los años '80 se afianzó la democracia y en 1990 la Asamblea General en Santiago de Chile suscribió una resolución que condena al ostracismo a los golpistas.
Dos años después, sin embargo, tanto el Secretario General Baena Soares como Gros Espiell apañaron el caso peruano, y ahora mismo César Gaviria parece arrastrar los pies ante una situación que, sumada a los aprestos autoritarios antipartidistas del coronel ex golpista Hugo Chávez en Venezuela, puede conducir al colapso práctico del sistema. (Como se ve, la revista Caretas no peca de izquierdista)
EN EL DIARIO LA REPÚBLICA
La siguiente nota es interesante: Gros niega haber hecho lo que no se dijo que hiciera (hablar personalmente con Montesinos) y acepta haber hecho lo que se dice que hizo (asesorar a Fujimori para que la OEA no pudiera sancionarlo) En 1999, Gros Espiell fue el único jurista internacional que defendió la decisión de Fujimori de retirar la aceptación de la competencia compulsiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En ese cometido, atacó públicamente – y sin fundamento alguno – al órgano judicial al que perteneció en su momento.
Gros Espiell niega estar implicado en grabación clandestina de Montesinos
Ex canciller uruguayo fue mencionado como "asesor" de Fujimori en una contienda internacional
(La República -21.10.01)
El Congreso peruano difundió una cinta magnetofónica en la que Montesinos y otra persona no identificada hablan de contar con los servicios del abogado uruguayo. "Nunca conocí a Montesinos, a mí me llamó el ministro de Justicia", se defendió Gros Espiell, quien presidió la CIDH y, luego del "autogolpe" de Fujimori, fue el observador de la OEA en Perú.
El ex canciller uruguayo Héctor Gros Espiell rechazó haber tenido contacto o estar implicado con el ex jefe de los servicios secretos peruanos, Vladimiro Montesinos, como sugieren grabaciones clandestinas que viene analizando el Parlamento peruano en el marco de su investigación sobre la administración del ex presidente Alberto Fujimori.
"Nunca conocí al señor Montesinos. A mí me llamó el ministro de Justicia, Alberto Bustamante, para que los asesorara en mi condición de abogado internacional", dijo a LA REPUBLICA Gros Espiell, quien reconoció cobrar unos cinco mil dólares por un dictamen jurídico sobre un caso en el que Perú estaba enfrentado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Héctor Gros Espiell, que en los años ochenta fue presidente de la propia CIDH, actuó como observador de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Perú luego del "autogolpe" que el 5 de abril de 1992, dos años después de asumir el gobierno, realizó Fujimori. El informe de Gros fue entonces determinante para que la OEA no condenara el proceso político peruano.
Una información de la agencia Notimex divulgada el pasado 9 de setiembre señaló que Gros Espiell también aparecería "en persona" en una cinta que lleva el rótulo "Reunión Dr. Joy Way-Bustamante-Gros" en la que Montesinos se habría entrevistado, entre junio y julio de 1999, con el ex congresista Víctor Joy Way, el ex ministro Alberto Bustamante y el ex canciller uruguayo. "Yo sólo mantuve contacto con Bustamante, que fue el que me llamó. No recuerdo ninguna reunión como la que se menciona. Lo que actué por la OEA fue en el año 1992. Esto otro fue una consulta jurídica siete años después, en 1999. Entonces no tenía ni un carajo que ver con Perú", argumentó a LA REPUBLICA Gros Espiell.
"El viejito Gros no es carero"
El Congreso peruano difundió el martes 16 una cinta magnetofónica donde se escucha a Montesinos y otra persona no identificada hablar sobre la necesidad de contar con los servicios de Gros Espiell para que asesore al gobierno de Alberto Fujimori sobre un problema generado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En el "vladiaudio", como conocen los peruanos a esta serie de grabaciones en las que Montesinos grabó secretamente a las personas con las que se entrevistaba, se escucha la voz del asesor de Fujimori y de otra persona no identificada, quien recuerda que se aproxima la asamblea de la CIDH y Perú tiene varios casos pendientes con ese organismo internacional. Una información de AFP procedente de Lima indica que en el audio Montesinos exclama: "Está viniendo, está viniendo, lo estoy haciendo llamar al viejito, este Gros, para que nos apoye. Lo voy a llamar ahora para que esté llegando. Va a llegar el 30 acá (Lima) y hay que mandarlo allá (San José)".
Según la versión difundida esta semana por el diario Correo de Perú, en un momento de la grabación el ex asesor se refiere, presuntamente, al ex presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el uruguayo Héctor Gros, a quien dice lo va a mandar llamar "para que nos apoye; el viejito es buena gente porque cobra su pasaje y por cada venida 5 mil, 7 mil dólares".
"O sea, no es una persona carera, ¿no?, porque por ejemplo otro fulano, por dar un dictamen, carajo, quería 30 mil dólares, por hacer un buen escrito 30 mil dólares", replica. "El viejito no, pagas su pasaje, la estadía en el hotel y 5 mil dólares, carajo, cada vez. O sea no es una persona que trabaje por el tema del dinero, ¿no?", agrega la crónica.
"Sólo se pidió mi opinión jurídica"
Consultado por LA REPUBLICA, Gros Espiell ironizó sobre la forma en que se refieren a él en la grabación: "Bueno, al final resulta que este 'viejito' no cobra tan caro como otros consultores jurídicos... tan "carero" no soy...", dijo. El ex canciller uruguayo explicó que ante el pedido del Ministerio de Justicia incaico se limitó a dar su opinión sobre si ese Estado peruano podía retirar su reconocimiento a la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin denunciar la Convención de San José. La información de la agencia Notimex señala, precisamente, que ese sería el contenido de la grabación en la que aparecerían Montesinos, Way, Bustamante y Gros Espiell, y recuerda que esa fue la estrategia jurídica utilizada por Perú para eludir una recomendación de la CIDH que ordenaba un nuevo juicio a cuatro chilenos condenados por terrorismo.
Sin embargo, Gros Espiell insistió, al ser repreguntado por LA REPUBLICA, que no participó de tal reunión. "Se pidió mi opinión jurídica en forma simultánea a la de otros colegas, como los argentinos Ernesto Rey Caro y Eduardo Vinversa o el chileno Francisco Orriego. Hice un informe y luego una ampliación, nada más", declaró.
En una nota publicada el 17 de julio de 1999 por el diario Expreso de Lima, Gros Espiell había sido consultado sobre la legitimidad del gobierno de Fujimori al fundamentar la posición, sin precedentes, de retirar su reconocimiento a la competencia de la CIDH. En la entrevista, el jurista uruguayo apoya la legalidad de la posición peruana, aunque no advierte que él fue uno de los asesores del gobierno de Fujimori al respecto. La reaparición de Gros Espiell en el escenario político peruano ha sido relacionada por la prensa de ese país a las noticias sobre el pedido de asilo político en Uruguay de los ex ministros fujimoristas Carlos Boloña y del propio Alberto Bustamante.
Analistas peruanos también recordaron el incidente diplomático de 1996, cuando guerrilleros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) coparon la Embajada de Japón en Lima y liberaron al embajador uruguayo Tabaré Bocalando en forma "simultánea" a la decisión de la Justicia uruguaya de no otorgar la extradición a dos presuntos emerretistas.
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En fin, a mi me parece que Héctor Gros Espiell fue un asco de persona, y que no merece ser recordado como lo que no fue. No voy a hablar bien de él porque haya muerto. Y allá Vázquez con su conciencia por haberle dado vida a este viejo facho, oportunista, vintenero y traidor. Murió Gros Espiell: bien muerto está. Si, me enojé. No importa, después se me pasa.