Uno tiene los padres que le tocan, y desde el momento en que un hijo es un hecho consumado, en eso no hay vuelta ni discusión posible. ¿Y que pasa con los hijos? ¿Uno tiene los hijos que le tocan, y chau?
No, yo pienso que más bien uno tiene los hijos que se merece, es decir: los hijos que mal que mal ha podido criar contra viento y marea y a duras penas, aprendiendo a los tropezones y dándose la cabeza contra la pared por no poder/saber mirar alto.
Porque la única "Escuela para Padres" que conoció fue la que tuvo en su casa cuando era chico, y ahí uno aprendió un montón de cosas sin querer y sin darse cuenta, como por ejemplo a no exteriorizar demasiado las emociones y a no decir con énfasis "te quiero mucho", lo que se dice nunca.
Entonces uno sale como sale y después los hijos de uno salen como salen y tienen con uno la relación que tienen, que de repente no es satisfactoria ni para unos ni para otro, pero es la única que pueden tener.
Y entonces, por hache o por bé, uno agarra y se toma los olivos y ahí se complica todo, porque los senderos empiezan a bifurcarse aceleradamente, y entonces uno siente que cada vez puede ser menos padre de ellos y que ellos se sienten cada vez menos hijos de uno. Y a lo mejor está terriblemente equivocado, pero no lo sabe, no puede saberlo.
Y bueno, que cada uno hace lo que puede, y lo que no, paciencia, que estas cosas no se pueden comprar hechas, que lo hecho, hecho está, y que te quiero mucho, carajo.