(y a mi no me importa mucho que digamos)

sábado, 18 de mayo de 2013

UNA PEDRADA CIENTIFICISTA SOBRE NUESTRA CLARABOYA


Comentario crítico del discurso del Dr. Tabaré Vázquez durante la presentación de su libro “Veto al aborto”, organizada por la Universidad de Montevideo (1).

Dr. Rafael Cantera
Investigador del Sistema Nacional de Investigadores (*)

En su conferencia, Vázquez hizo suya la afirmación de que el libro “Veto al aborto” no expresa una opinión tajantemente negativa sobre el aborto sino exclusivamente el fruto “de estudios extensos, reflexiones profundas y una buena dosis de sentido común”, lo cual implica lógicamente (al despojarle de su carácter de libro de opinión y venderlo como el resumen y conclusión a la cual cada uno debe llegar con solo tomarse el trabajo de pensar sobre el tema) que quienes consideran que el aborto podría ser aceptable no han estudiado el asunto, ni han reflexionado profundamente y carecen de una buena dosis de sentido común. Más allá de esta tesis absurda, Vázquez agrega confusión a la discusión de este asunto tan complejo reivindicando supuestos argumentos científicos.


A favor de su opinión primero dice que no es una opinión y luego usa el viejo truco cientificista de apelar a la ciencia cuando no corresponde, como si esta fuera la fuente de toda verdad , al tiempo que cita como argumentos científicos cosas que la ciencia ni ha dicho ni puede decir. Muchos pensadores han explicado a lo largo de siglos que la ciencia no puede darnos los argumentos necesarios para adoptar una posición sobre un tema que no pertenece a la ciencia.

Si la tesis que invoca Vázquez fuera justa, podríamos esperar que la ciencia nos diera los argumentos necesarios y suficientes para adoptar una posición sobre otros temas de ética, externos a la ciencia. Por ejemplo, un grupo de científicos japoneses podría iniciar un proyecto de investigación científica sobre la conducta ética de Vázquez; esa investigación “científica” nos podría dar una respuesta clara e indiscutible sobre cada una de las posiciones éticas que mantuvo Vázquez en cada momento de su vida. Sin embargo, esperar que ese grupo de japoneses defina que fue lo bueno y lo malo de cada acto en la vida de Vázquez o, por lo menos, confirmarnos si estuvo bien o mal en votar una u otra ley, sería absurdo porque la ciencia no puede estudiar y definir lo bueno y lo malo en asuntos éticos, religiosos, políticos o de cualquier otra naturaleza que no sea estudiable por medio de métodos científicos.

En un extremo cientificista, se ha propuesto que la ciencia puede falsificar la existencia de Dios (Richard Dawkins) y en otro extremo del abuso científico, encontramos, por ejemplo, sectas religiosas ultraconservadoras como el Opus Dei y el Camino Neocatecumenal , cuyos pensadores pretenden desarrollar una nueva ciencia “al servicio del desarrollo integral de la persona, la familia y la sociedad, según los principios del Evangelio” para establecer una ética (y una “ciencia”) que no admite el matrimonio entre homosexuales, el uso de la píldora anticonceptiva y el derecho al aborto, por citar un par de organizaciones con abundante producción de textos al respecto y que militan en el mismo bando que Vázquez en relación a las leyes sobre aborto. (Dicho sea de paso, la cita anterior la encontré en la página web de una Universidad privada (2), cuyo propietario es militante y figura reconocida del Camino Neocatecumenal y con la cual la UDELAR se empeña en mantener un convenio de cooperación).

A lo largo de ese espectro, la ciencia permanece silenciosa, impotente para generar conocimiento científico sobre temas éticos y políticos, lo cual no impide que políticos, religiosos y científicos mezclen las cartas, confundiendo las opiniones de los científicos con verdades científicas.

Se podría pensar que también Vásquez mezcla las cartas al estilo cientificista cuando cita las preferencias éticas de personas que son científicos como si fueran verdades científicas. Ahora bien, los científicos son quienes se dedican a la ciencia y en tanto humanos, esos individuos que llamamos “científicos” tienen opiniones individuales que no son científicas. No dejan de ser personas como cualquiera a la hora de adoptar preferencias ideológicas, deportivas, políticas y éticas. No todos los científicos son frentistas, ni todos son ateos, ni todos están en contra del aborto. Por eso, malamente podríamos citar a favor o en contra del aborto las opiniones de los mil y pico de científicos uruguayos registrados en el Sistema Nacional de Investigadores y dicho sea de paso, según la página oficial de este sistema, Vázquez no es uno de ellos (3).

El ex Presidente no se conforma con mezclarnos las cartas, al sugerir que una ley sobre el derecho al aborto puede ser discutida racionalmente como un tema científico, también confunde cuando muestra solamente las cartas que prefiere o que le favorecen. Por ejemplo, cita a Angelo Luigi Vescovi, que comparte con Vázquez su opinión sobre el aborto y su participación en charlas y conferencias junto a miembros del Opus Dei y varias sectas religiosas en campañas contra el aborto (4) pero esconde las que no coinciden con su opinión. Ni siquiera considera justo e imparcial recordarnos que si bien Vescovi piensa como él en este tema, la mayoría de los científicos opinamos distinto. También en esta insuficiencia el discurso se adapta perfectamente a la parcialidad ya señalada tanto para el libro en cuestión como su presentación, según señalara el viernes pasado Ricardo Scagliola en la nota que publicó al respecto en BRECHA (“…falta una campana…”, BRECHA viernes 3 de mayo de 2013).

Vázquez va más lejos aún y decide jugar a la escoba de quince con las reglas del truco. Define al ser humano como sujeto racional y luego nos dice que el cigoto (la célula formada por la fusión de un óvulo, de mujer, y un espermatozoide, de hombre) ya es una persona, un ser humano. Sin embargo, las reglas de la ciencia establecen por un lado que no puede definir al ser humano y por otro que sí puede aclararnos que para ser racionales necesitamos un cerebro, el órgano con el cual razonamos y del que carece el cigoto.

Esto es algo que sí podemos saber científicamente - sin que esto se contraponga a la posibilidad de saberlo, aprobarlo o negarlo filosóficamente o por otras formas de pensamiento que no sean científicas - porque al menos en este punto la ciencia puede darnos una respuesta, ya que la célula puede ser estudiada por métodos científicos: electrodos, microscopios, reactivos químicos y experimentos de todo tipo pueden mostrar claramente que una célula no tiene ni cerebro ni capacidad de razonar.

Que el ser humano adquiera su condición de tal, con los derechos que le ofrece la Ley, a partir de una primera célula, de la segunda, o mucho más tarde, cuando una multitud de células hayan formado el cerebro, no es ni puede ser un tema científico. Si tal cosa fuera posible, sería terrible. Imagínense la situación que nos propone el razonamiento de Vázquez: por dedicarnos a la ciencia y creer ustedes que esta puede distinguir entre lo bueno y lo malo, los científicos tendríamos el privilegio de definir si el Frente Amplio debe presentarse a las próximas elecciones con un médico de candidato a presidente o incluso si deberíamos prohibir el aborto o el matrimonio entre homosexuales o la píldora anticonceptiva, como opinan algunos científicos, o más importante aún, definir quienes somos personas, seres racionales amparados en los derechos de nuestra Constitución y los convenios internacionales y exactamente en qué momento adquirimos esa naturaleza. Sobre estos temas existen opiniones distintas y el tema no solo es complejo sino también esencialmente ético por lo que no puede reducirse a la biología.

Dejé para el final una última confusión: la información periodística acerca de la presentación del libro “Veto al aborto” y más en general, acerca de la posición ética de Vázquez sobre el tema del aborto, pretende a veces pasarnos gato por liebre desde hace años, anotando que el autor accedió a su opinión política sobre el aborto a través de principios éticos sustentados por argumentos científicos, porque él mismo sería un científico. Pero Vázquez no es un científico sino un técnico enormemente capaz. La confusión surge porque él es médico –que no es lo mismo- y sobre todo, porque al adjudicarle una profesión que no le corresponde, se coloca en último plano que también es un esmerado, apasionado y eficaz político profesional.

Cuando los políticos reivindican supuestos argumentos científicos a favor de sus campañas (o argumentos de la ingeniería, si son o se creen ingenieros, o de arte, si son o se creen artistas) las cosas pueden terminar mal. En la Europa de hace poco menos de un siglo, muchos políticos, en complicidad con muchos científicos, hicieron campañas en favor de la mejora de la especie humana por medio de la esterilización de mujeres y el exterminio de grupos a los cuales la ciencia genética y la política de aquel entonces había definido como inferiores, esterilizables y hasta exterminables. Atrocidades semejantes ocurrieron en Estados Unidos, China y otros países, siempre con el argumento de que se deseaba el bien común y amparados en una argumentación supuestamente científica. En Suecia, por ejemplo, la socialdemocracia consiguió prolongar este tipo de crímenes hasta los años setenta, con su odiosa campaña de esterilización forzosa de mujeres seleccionadas por médicos y funcionarios estatales, supuestamente en aras del bien supremo del pueblo (5).

Me tomaré la libertad de citar a un científico que no comparte la opinión del Dr. Vázquez para completar el cuadro, ya que él ha citado a científicos que comparten su postura respecto al aborto y al uso de argumentos supuestamente científicos para hacer política. El Dr. Per Olle Bengtsson, quien fuera durante décadas el principal profesor de genética de la Universidad de Lund, en Suecia, pensaba muy distinto y con el fin de llamarnos la atención sobre los riesgos que se corren cada vez que la política apela a la biología para apoyar campañas políticas o discutir sobre temas éticos, escribió el libro “Genetik och Politik” (Genética y Política, que lamentablemente no ha sido traducido al español) explicando detalladamente algunos de los horrores sufridos por la población europea cada vez que los políticos y científicos se confabulaban para imponer leyes sobre el aborto, la salud reproductiva o incluso la eugenesia, reivindicando supuestos argumentos de la ciencia.

Uruguay, hasta ahora, estuvo bastante al margen de este tipo de calamidades causadas cuando los políticos y científicos mezclan las cartas, confunden las reglas del juego y esconden la espadilla en la manga a la hora de discutir leyes sobre la salud reproductiva y el derecho al aborto.
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1. Transcripción del discurso de Tabaré Vázquez en el Hotel Radisson publicada por La Onda digital.
2. /www.ucam.edu/
3. www.sni.org.uy/buscador_sni/buscador/Buscador.action
4. Vescovi ha participado en conferencias y reuniones contra el uso de la píldora anticonceptiva, el matrimonio entre homosexuales y el aborto junto a varios obispos ultraconservadores, miembros del Opus Dei e incluso Kiko Argüello, el líder del Camino Neocatecumenal, uno de los grupos más derechistas, militantes y fundamentalistas de la iglesia católica, que ha convocado actos antiabortistas masivos con cientos de miles de simpatizantes en Madrid, Barcelona y otras ciudades. Ver por ejemplo www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/family/documents/rc_pc_family_doc_20060704_teologico-pastoral-valencia_sp.html
5. Ver por ejemplo nota en El País de Madrid; http://elpais.com/diario/2000/03/29/internacional/954280813_850215.html

(*) Publicado en La Onda Digital