Pero no cualquier inodoro, no señor, Inodoro con mayúscula, Pereyra para más datos.
Asoma en el muro de un edificio de la calle Bernardo Susviela, tapándose los ojos como no queriendo ver lo que sucede en ese patio.
Lo que sorprende no es sólo la originalidad, si no el buen humor de arquitectos y habitantes, un bien cada vez más escaso por estos días.