“La decisión de convertirse en escritor había estado absolutamente ligada con el placer. Tener cuatro o cinco ideas rondando por la cabeza durante meses, a veces años, que esas cuatro o cinco ideas un buen día se llenaran de personajes, que esos personajes fueran construyendo, de a poco, muy lentamente, una historia, y que, sobre todo, esa historia sólo existiera a partir de una palabra que seguía inmediatamente a continuación de otra, que no necesitara más que eso, más que palabras para ser, era maravilloso. No había nada que se pareciera a escribir una novela. Era una fiesta. Una fiesta que se renovaba cada mañana, que nunca se repetía, que jamás era la misma. Porque, si bien la historia se construía escribiendo una palabra detrás de la otra, al mismo tiempo cada una de esas palabras tenía una historia independiente de la anterior dentro del diccionario y, también, una historia independiente dentro de su propia vida. Nunca había una única historia, las historias se multiplicaban con cada nueva palabra que él se decidía a escribir.
Un placer, escribir.”
Soliloquio del personaje de la novela “Vida Interior” de Federico Jeanmaire