“El Carnaval es una fiesta que la antropología define como de desorden: por unos días se invierte.el orden establecido, para distender las presiones del poder. Uruguay, desde 1950, tiene férreamente regulado su Carnaval: el poder político, la Intendencia de Montevideo, y el corporativo, el gremio de carnavaleros Daecpu, han convertido el Carnaval uruguayo en una fiesta de orden en la que, al igual que en un desfile militar o la asunción de un gobernante, lo que se hace es reforzar las relaciones de poder, la jerarquía y statu quo. Así, el pueblo uruguayo desde hace más de medio siglo asiste disciplinado, sumiso y debidamente sentado a una fiesta escénica en la que no participa o interviene pasivamente. Es decir, el Carnaval uruguayo traiciona la esencia misma de esta fiesta y le sustrae al pueblo la única oportunidad de desenfreno, protagonismo y regocijo, es decir: la válvula de escape.” Gustavo Laborde