
Exceptuando los años que van de 1978 a 1986, el resto de mi vida lo pasé subiendo y bajando esa escalera seis días a la semana. Hoy ese edificio y toda la Planta José Añón está siendo demolido para construir en ese lugar un gran centro comercial.
Ayer estuve allí mirando la demolición y me dí cuenta de que no sentía pero ni el más mínimo atisbo de nostalgia por la desaparición de todos esos edificios donde trabajaba la gente que participaba de mi vida laboral y la que la dirigía.
Nada, pero nada, no siento pero ni el más mínimo cariño por esos edificios ni por la mayoría de las personas que en ellos trabajaron.
Es que tengo muy pero muy pocos recuerdos gratos de ese edificio y de esa empresa a la que todavía he servir durante al menos tres años más.
¡Podría haber sido todo tan distinto! Debe ser lindo trabajar en un lugar del cual uno se siente orgulloso. Debe ser lindo trabajar en un lugar en el que a uno lo quieran. Yo no tuve esa suerte, la CUTCSA nunca quizo a sus trabajadores. Una lástima.