(y a mi no me importa mucho que digamos)
martes, 23 de noviembre de 2010
EL ATAQUE DE LOS CARACOLES ASESINOS
Yo no sé si ya hicieron la película correspondiente (hasta de lombrices asesinas hicieron...), pero los caracoles también pueden ser perturbadores. Por lo menos los caracoles del yuyal de la esquina de mi casa.
Éste año, a estos individuos se les ha dado por abandonar el cobijo de la nutricia vegetación donde ocultan sus repugnantes animalidades durante el día, para incursionar en el pastito de la banquina y hasta para intentar (las más de las veces vanamente, ya que son aplastados por los pies de los transeúntes o los neumáticos de los vehículos) cruzar la calle para invadir el territorio fronterizo.
¿Qué es lo que lleva a los caracoles a incluso sacrificar sus pobres vidas reas con tal de migrar hacia el oeste? ¿Qué tiene el pastito del jardín de enfrente que no tiene el yuyal del baldío de la esquina de mi casa? O peor aún: ¿Qué tiene el yuyal de la esquina de mi casa que hace huir a los caracoles?
El asunto es que desde que comenzó la primavera, todas las noches hacen lo mismo. Decenas (o centenas, no sé) ya han muerto debido a esa irracional conducta. Y digo yo: ¡qué bueno ser ser humano y tener tener la inteligencia necesaria como para no morir así, por gusto! Mmm... caramba... creo que me estoy olvidando de algo... pero bueno, en fin, que los caracoles del yuyal de la esquina de mi casa, además de cornudos, babosos y arrastrados como los esquiroles son unos kamikazes, no hay ninguna duda. ¿No?