Siempre me ha llamado la atención cómo la muerte beatifica a los pecadores y santifica a los demonios. A mi no me parece bien eso. Ningún malandrín se transforma en "bueno" simplemente por morirse. Por eso hoy recuerdo a Néstor Kirchner, con esta serie de notas que no olvidan su lado oscuro.
_________________________________________________________
POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL
REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS
AÑO 10 - Nº 496 / Lunes 1º de Noviembre de 2010
Producción: Andrés Capelán
Coordinación: Carlos Casares
COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
_________________________________________________________
HOY:
TRAS LA MUERTE DE NÉSTOR KIRCHNER
1) BAJO LA MUERTE DEL POLÍTICO
2) MARTÍN CAPARRÓS: “EL MODELO KIRCHNER Y EL DE LA DERECHA SON MUY PARECIDOS”
3) POR QUÉ LOS RICOS NO APOYAN ABIERTAMENTE A LOS “PROGRESISMOS”
4) MUJICA DESPIDIÓ A KIRCHNER: “GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA”
5) ARGENTINA TRAS LA MUERTE DE NÉSTOR KIRCHNER
6) FK – LA VIDA A CARA O CECA
7) EL PSEUDOPROGRESISMO ARGENTINO LLORA A KIRCHNER, UN CONTINUADOR DEL MODELO
8) LAS MALAS COMPAÑÍAS DEL MATRIMONIO K Y UN CRIMEN QUE INCOMODA AL GOBIERNO
9) EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA, LOS ALIADOS INDESEABLES DEL GOBIERNO K
_________________________________________________________
“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que
niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo
hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese
monopolio es tarea central.” Emir Sader
_________________________________________________________
1) BAJO LA MUERTE DEL POLÍTICO
Martín Caparrós (El País de Madrid)
Y otra vez la muerte se hizo dueña. En Argentina no hay político más poderoso que la muerte, y vuelve y vuelve y no nos suelta. Desde 1983 no hubo movimiento social que funcionara sin el respaldo de sus muertos: el reclamo por las víctimas, el peso de los mártires es un sustrato ineludible. Hace precisamente una semana, matones sindicales atacaron una protesta laboral, mataron a tiros a un militante de izquierda y estremecieron al país; frente a la muerte, el gobierno se ocupó de dar satisfacción a la protesta, que antes había ignorado.
El gobierno de los Kirchner ha hablado tanto de la muerte: ha basado su mito de sí mismo en el recuerdo de los muertos asesinados por la dictadura militar de los setenta, ha pretendido que su gobierno era la concreción de aquellos ideales, aunque fuese, generalmente, lo contrario. Desde principios de este año, la muerte de Néstor Kirchner era una posibilidad: había tenido dos episodios cardíacos, los médicos le habían dicho que se moderara, él no paraba.
Kirchner tenía una pasión política que muy pocos tienen: sabía que podía morirse –no creía, seguramente, que pudiera morirse– pero seguía adelante, hasta que cayó. Su pasión era confusa: iba y venía, cambiaba sus ideas y sus alianzas, acertaba y erraba, se peleaba bastante. Su muerte, en cambio, es clara: ayer era un político controvertido, hoy es un estadista. La muerte, en nuestra cultura, suspende las críticas; así empieza la construcción del héroe.
—Ay, María, se nos fue, con lo bueno que era.
—Sí, tan bueno, a veces me pegaba un poco, pero era porque me quería.
La muerte de un hombre siempre es triste. La muerte de un hombre público es, además, un hecho público –un hecho de discurso– y como tal vale la pena analizarlo. En pocas horas, ese hombre se ha convertido en otro hombre: hoy Néstor Kirchner es un mártir que murió porque, enfermo, no quiso dejar de pelear por el bienestar de su país, un argentino excepcional, un gran patriota.
Ya en estas pocas horas, las radios y televisiones se llenaron de figuras que emitían palabras de pesar y encomio mientras hacían, para sí, cuentas electorales. Ya en estas pocas horas, Kirchner –la figura de Kirchner– se está constituyendo en un gran muerto patrio, de ésos que sostienen políticas y se vuelven banderas y las distintas fracciones se disputan. Esa figura, de ahora en adelante, no puede sino ampliarse.
Kirchner era el candidato presidencial oficialista para 2011. Ahora la elección interna vuelve a abrirse, pero tampoco tanto: va a ser difícil volverse contra el mártir. Hace más de un año publiqué un artículo que narraba una reunión inexistente donde un comité de campaña kirchnerista llegaba a la conclusión de que la única forma de ganar las elecciones era que uno de los cónyuges se sacrificara: que muriera para que el otro aprovechara el fervor que producen, en Argentina, ciertas muertes. Era un artículo de humor; hoy el país no está para esos chistes.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
2) MARTÍN CAPARRÓS: “EL MODELO KIRCHNER Y EL DE LA DERECHA SON MUY PARECIDOS”
Entrevista de Laura di Marco (La Nación – 10.02.10)
Martín Caparrós (*) es de izquierda, pero nunca fue kirchnerista. También está en contra del matrimonio gay, aunque se define como progresista. Acaba de terminar unas crónicas sobre el cambio climático para las Naciones Unidas, pero rechaza la ecología, que define como una causa conservadora. Es, además, anarquista; sin embargo, lo único que valora del kirchnerismo es la recuperación del Estado, destruido en los 90. Y, finalmente, descree, tajante, de que haya dos proyectos políticos antagónicos, disputados por el kirchnerismo y la centroderecha.
"Por el contrario: el kirchnerismo y el antikirchnerismo de derecha tienen casi el mismo proyecto de país, que supone una sociedad con altos niveles de exclusión social. La prueba es que la brecha entre pobres y ricos se agrandó en los últimos años, y ese dato, más allá de los discursos, es el que define el modelo K como derechista. Lo único que los diferencia, en todo caso, es el tamaño del Estado. Por eso, no entiendo a los ricos de la Argentina: deberían reconocer más a los Kirchner", afirma.
Escritor, periodista e historiador, Caparrós tiene una extensa y rica carrera periodística y literaria. Empezó a trabajar en el diario Noticias, en 1973, y más tarde dirigió El Porteño, Babel, Página/30 y Cuisine & Vins. Tiene 52 años. Durante buena parte de 2009 viajó por lugares exóticos del mundo para escribir crónicas sobre los jóvenes y el cambio climático, que serán tema de un libro para el Fondo de Población de Naciones Unidas.
—El periodismo de investigación parece haber resucitado en la Argentina. En los 90, las denuncias sobre la corrupción del menemismo no tuvieron demasiadas consecuencias en los Tribunales. ¿Y ahora?
—La investigación periodística suele sustituir el debate de ideas sobre los proyectos de los gobiernos. Cuando periodistas muy bien intencionados iluminaban la corrupción menemista, Menem estaba cambiando la estructura socioeconómica de la Argentina como nunca nadie lo había hecho. Mientras se consolidaba un modelo de exclusión que todavía estamos sufriendo, el periodismo estaba atento a la leche adulterada o al frigorífico. Ahora pasa lo mismo. Volvemos a la facilidad de "¡ah, son corruptos, roban!". Yo lo llamo a eso "honestismo". Es muy feo que alguien robe, lo que sea. Pero eso no es lo decisivo: son errores y excesos.
—¿Y qué sería lo decisivo?
—Qué modelo de país llevan adelante. Esa es la clave. Cuando Menem acabó con el Estado e instauró un modelo con polos sociales de gran exclusión, que estuviera robando era secundario.
—En la izquierda, hubo muchos enamorados del kirchnerismo. ¿A usted nunca lo sedujo?
—No, nunca, ni siquiera en las primeras semanas. Lo único que me parece interesante es que empezaron con la reconstrucción del Estado. Hoy hay un poco más de Estado que hace diez años.
—¿Pero usted no es anarquista? ¿No debería ser antiestatista?
—Sí: soy anarquista y un ferviente antiestatista. Pero en países como el nuestro, en el que unos pocos tienen mucho poder y otros tienen muy poquito, el Estado es necesario para regular las relaciones sociales. Lamento que el kirchnerismo haga una política de centroderecha con un discurso que a veces apela a cierto populismo "derechohumanista". Para mí, lo que define la política K es un dato: la brecha entre los más pobres y los más ricos, en vez de achicarse, crece. Ese es el tipo de dato que explica cuál es la política socioeconómica del Gobierno: la que definimos como derechista.
—¿Por qué, entonces, la derecha no apoya a los Kirchner?
—No sé, y me intriga, porque los Kirchner gobiernan en su favor. Los ricos argentinos son mucho más ricos que hace cinco años y, sin embargo, no se lo reconocen al kirchnerismo.
—¿No cree que hay dos proyectos de país en pugna?
—Para nada. El kirchnerismo y el antikirchnerismo de derecha tienen el mismo proyecto político: una sociedad con una tasa importante de exclusión y desigualdad, y en lo único que difieren, básicamente, es en el rol y el tamaño del Estado: eso es lo único que se está discutiendo. Mientras la derecha quisiera volver a los tiempos idílicos del menemismo, donde no había Estado, los K se dieron cuenta de que, para que un Gobierno acumule poder, debe tener un Estado para gobernar.
—La reapertura de las discusión política sobre lo que pasó en aquellos años, ¿no sugiere que se trata de un debate que dista de estar saldado?
—Después de que se publicó La voluntad, dije que no iba a hablar más de los años 70, porque me parece que hay un uso de la jerga de los derechos humanos, impulsado por el kirchnerismo, que me parece deleznable. Por otro lado, si bien me parece importante debatir la historia, si ocupa tanta energía social está dejando sin posibilidades a los debates más urgentes sobre el presente y el futuro. La discusión setentista, entonces, se vuelve perversa.
—Ultimamente se reflotó la discusión sobre los crímenes de las organizaciones armadas. ¿Tiene posición tomada?
—Es algo que realmente no he pensado, porque, en realidad, es algo que no me interesa. Es poco relevante, y quiero explicar por qué: esa recuperación de la idea de que hay que juzgar a ciertos militantes de la izquierda revolucionaria tiene más que ver con el uso contemporáneo del setentismo del que hablábamos antes. Y ese uso no lo hace sólo el kirchnerismo, sino también Reato, Pando, la hija de Rucci y el antikirchnerismo de derecha en su conjunto. Proponen este tema como si fuera una pelea de barrio entre los muchachos K y los anti-K, como una forma presente del antikirchnerismo, que me resulta poco interesante. Si quieren atacarlo, que lo ataquen por otros tantos flancos?
—Durante este año, estuvo escribiendo sobre cambio climático. Algunos politólogos sostienen que, caídas las grandes utopías, la ecología es hoy parte de la agenda de una nueva izquierda?
—La ecología no sólo me parece un tema light en relación con el tema de fondo, que sigue siendo la obscenidad de un mundo organizado en torno de la miseria y la desigualdad extremas, sino que, además, no estoy seguro de que sea una bandera de la izquierda o una causa progresista. Me parece que, al contrario, la ecología es la forma más cool del conservadurismo. Se basa en el concepto de inmovilización del mundo, y la idea de que el futuro siempre depara cosas peores. Y eso es lo contrario del progresismo, que sostiene, en cambio, una confianza en que el futuro va a traer algo mejor. Por otro lado, estos supuestos ecologistas, como Al Gore, están en favor de la energía nuclear, capaz de concentrar más poder que la Casa Blanca. Lo que seguramente hay en marcha es un cambio de paradigma del uso de la energía, que supone dejar de depender de los combustibles fósiles, que están en manos de revoltosos difíciles de controlar, como venezolanos y árabes. Por otra parte, el mercado que se deriva del miedo al calentamiento global es uno de los grandes negocios del futuro.
—¿Siente culpa por vivir en un mundo obsceno?
—Digamos que me pesa. Y a pesar de que disfruto mucho, porque tengo una vida muy agradable, tengo presente la desigualdad, aunque me favorezca. Ignorarla es lo que me haría sentir un canalla.
(*) Escritor, periodista, historiador. Edad: 52 años. En el exilio: de 1976 a 1983 vivió en París, donde se licenció en Historia, y en Madrid. Trilogía: en los tres tomos de La voluntad, relató la historia de la militancia revolucionaria de los años 70. Premiado: por sus crónicas de viajes, ganó el premio Rey de España, uno de los más prestigiosos del periodismo de habla hispana.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
3) POR QUÉ LOS RICOS NO APOYAN ABIERTAMENTE A LOS “PROGRESISMOS”
Andrés Capelán
Cuando la periodista del diario La Nación le pregunta por qué la oligarquía argentina no apoya a los Kirchner a pesar de que su política económica los beneficia abiertamente, Martín Caparrós contesta: “No sé, y me intriga, porque los Kirchner gobiernan en su favor. Los ricos argentinos son mucho más ricos que hace cinco años y, sin embargo, no se lo reconocen al kirchnerismo.”
La razón de esa contradicción aparente, es que si los ricos hablaran bien de los progresistas (o de los socialistas, o de los petistas, o como quiera que se llamen en ese país sus personeros alternativos); los pobres se darían cuenta de la verdad del asunto y dejarían de apoyar a esos gobiernos que proclaman defender sus intereses cuando en realidad les dan más de lo mismo. Es decir: se hacen los opositores para no “avivar giles”, no sea cosa de que a los pobres del mundo y a los esclavos sin pan les dé por hacerse izquierdistas en serio. Por otro lado, siempre que pueden, los ricos evitan los intermediarios y gobiernan ellos mismos, como Berlusconi en Italia y Piñera en Chile, por ejemplo.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
4) MUJICA DESPIDIÓ A KIRCHNER: “GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA”
(La República)
La delegación uruguaya encabezada por el presidente José Mujica y compuesta por su esposa la senadora Lucía Topolansky, integrantes del gobierno, y representantes de todos los partidos asistieron ayer al funeral del ex presidente argentino, Néstor Kirchner. Mujica arribó al aeropuerto de Aeroparque de Buenos Aires a la hora 11.55 en un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya. El mandatario estuvo acompañado en todo momento por su esposa, la senadora Lucía Topolansky, pero también concurrieron el secretario de la Presidencia, Alberto Breccia y el canciller Luis Almagro. Asimismo acompañó a Mujica una delegación multipartidaria compuesta por representantes de todos los partidos con representación parlamentaria: Jorge Larrañaga (Partido Nacional), Tabaré Viera (Partido Colorado), Pablo Mieres (Partido Independiente) y Jorge Brovetto (Frente Amplio).
La delegación uruguaya fue recibida por personal de la Cancillería argentina. En ese momento el mandatario dirigió unas breves palabras a los presentes, y destacó la solidaridad de Uruguay con el pueblo argentino. "Si bien es cierto que el río nos separa también es cierto que el río nos une. Gracias pueblo argentino". Con posterioridad la delegación oficial se dirigió a la Embajada uruguaya en Buenos Aires. Al ingreso a la sede diplomática el mandatario uruguayo elogió la concurrencia de un representante de cada uno de los partidos con presencia parlamentaria. "Nuestra nación está aquí", dijo. Más tarde, la delegación uruguaya visitó la Capilla Ardiente de la Casa Rosada, donde se realiza el funeral, para de esa forma transmitir las condolencias a la presidenta Cristina Fernández, sus hijos y allegados al ex presidente.
La delegación uruguaya a su llegada al Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada fue recibida por el canciller Héctor Timerman y el vicecanciller Alberto D'Alotto. Allí Mujica y Topolansky (quienes recibieron un cerrado aplauso) inmediatamente acompañaron a la presidenta argentina, Cristina Fernández. Mujica y Topolansky expresaron sus condolencias a la mandataria argentina y se fundieron en un apretado abrazo en medio de una congoja generalizada. También estaban presentes los presidentes: Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador) y Sebastián Piñera (Chile).
Luego el presidente Mujica expresó que tiene un recuerdo de "un tipo que, antes que nada, era un luchador". "Genio y figura hasta la sepultura. Comprometido con lo que pensaba en el acierto o en el error; todo pasión y todo compromiso. Creo que tenemos una pérdida común pero espero que la sabiduría infinita del pueblo argentino lo supla, porque ante la muerte hay que decir y gritar con fuerza: ¡viva la vida! Abrazarse de las causas nobles, recomponer las filas porque la vida y la lucha continúan, es el mejor homenaje que puede haber, de los compañeros que quedan convocados por las leyes de la biología", dijo Mujica. A la vez añadió que deseaba trasmitir la solidaridad del gobierno para con el pueblo argentino, para su gobierno y muy particularmente para la señora presidenta y mostrar "no sólo solidaridad, sino la actitud de nuestra nación".
"Hemos tenido el honor de ser acompañados por un señor senador del Partido Nacional, un señor senador del Partido Colorado, el señor presidente del Partido Independiente de Uruguay tratando de decirle al pueblo argentino que todos los uruguayos somos solidarios en este momento con la sociedad argentina, más allá de cualquier matiz o cualquier opinión como corresponde y si es cierto que el río nos separa, también es cierto que el río nos une", comentó el mandatario.
A la vez remarcó que no puede olvidar que puede haber medio millón de orientales que viven en Argentina y no se sienten extranjeros. Es el único lugar del mundo donde los uruguayos pueden recalar y estar como si estuvieran en su tierra. Por eso, gracias Argentina". Posteriormente, Mujica realizó declaraciones para Telemundo 12. "A veces en las bonanzas hay algunas cosas que nos separan de las alegrías argentinas, pero sin duda. en los mutuos dolores estamos y estaremos siempre juntos porque somos hermanos, nacimos de la misma placenta".
El mandatario dijo que no puede olvidar que el único lugar de la tierra, fuera del Uruguay, donde los uruguayos no se sienten extranjeros es en Argentina. "300 o 400 mil orientales juegan su suerte en Argentina, por eso también hay algo nuestro". Asimismo, el jefe de Estado resaltó que sentía el honor de concurrir a las exequias acompañado por los representantes de cada uno de los partidos políticos del Uruguay, para manifestar que la nación Uruguay "está en Buenos Aires para rendir homenaje a un mandatario y expresarle a la figura de la presidenta Cristina Fernández la "solidaridad de la sociedad uruguaya". Acotó que el pasado miércoles, cuando conoció la noticia del deceso de Kirchner, le remitió un telegrama a Cristina Fernández y prefería saludarla y no usar el inalámbrico.
"Además le pedí a Lucía (Topolansky) que me acompañara porque muchas veces la presidenta argentina se preocupaba por la salud de Lucía, y esas son pequeñas cosas para el mundo, pero grandes para los seres humanos", remarcó Mujica. La última vez que Mujica y Kirchner estuvieron juntos fue la noche en que los presidentes de América se reunieron en Buenos Aires en el marco de la Unasur por la crisis política en Ecuador. "Estuvimos haciendo bromas y chistes pasando las horas porque el presidente de Venezuela Hugo Chávez demoró en asistir al encuentro, y fue una larga tertulia y todos tal vez no medimos que Kirchner tenía que caer así, porque como dice un poeta español fue: genio y figura hasta la sepultura".
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
5) ARGENTINA TRAS LA MUERTE DE NÉSTOR KIRCHNER
Daniel Gatti (Brecha)
Pasó como un huracán por la gran escena política argentina. En apenas siete años, desde que asumió la presidencia en 2003, barrió con todo. Se animó a enfrentarse a grandes grupos económicos (“el campo”, los propietarios de medios), descabezó a las fuerzas armadas, limpió a la Suprema Corte de Justicia. Visto desde la comarca, algo de envidia da, cómo no. Bajo su gestión cayeron también el desempleo y la pobreza y se repartió mejor la riqueza.
Como contrapartida, no fue ajeno a los vicios históricos del peronismo: el autocratismo, el prebendarismo, una alianza ambigua con lo peor del sindicalismo. Ni hablemos de cambios en el modelo de desarrollo. No toleró disidencias y operó como perro cancerbero de su coto. Devoró aliados y amigos. Dicen que hasta los escupió. “Sólo confío en mi familia”, llegó a decir. Lo acusaron de haberse enriquecido de manera ilícita y de haber utilizado las banderas de los derechos humanos y cierta retórica setentista como armas de marketing, habiendo sido él ajeno por completo a aquella épica aunque estaba en edad de participar en ella (no tan ajeno en realidad: se acaba de descubrir que intervino como extra, haciendo de anarco, en la película La Patagonia rebelde, hito de aquellos años y filmada en sus tierras).
Desde Uruguay la lectura de la figura de Kirchner apareció, sobre todo desde filas de la actual oposición –pero no sólo–, teñida de un provincianismo construido en épocas de la “unión nacional” en defensa de las pasteras, hermosa causa si las hay. La desaparición del ex presidente abre la incógnita sobre la supervivencia del espacio “transversal” progresista que intentó construir. Si es posible un kirchnerismo sin Kirchner se verá en los próximos meses. En todo caso, quienes a él se le oponían dentro y fuera del peronismo sueñan con que haya llegado su hora. Viendo quiénes son los que hoy apenas disimulan su alegría por la muerte de Kirchner y lanzan petardos virtuales uno no puede más que sentir por él cierta simpatía. Aunque sólo fuera por eso.
LA INKOGNITA
“Se murió Néstor Kirchner, ¿vio? ¿Sabe cuántos ya están festejando?”, dice la mujer paraguaya saliendo presurosa de su casa en un barrio humilde del Gran Buenos Aires. Se topa camino a la calle con el censista en el mediodía del 27 de octubre y a él le dirige esas palabras como para buscar eco, encontrar algo en común, compartir en caliente la noticia impensada para una mañana de censo, fiesta nacional. La televisión dejó de lado el censo y sólo habla de la muerte del ex presidente. Ella vive sola y llegó desde Asunción hace cuarenta años. “No tengo mucho pero nadie ayudó tanto a este barrio como este gobierno”, dice olvidando las preguntas que le propone el censista. “No entiendo qué quieren los que no quieren a este gobierno y tampoco a la gente que habla mal de Cristina y Kirchner. ¿Qué quieren? ¿Que vuelva Menem?”, pregunta confundida, ni siquiera enojada.
Los medios de comunicación anuncian en palabras propias y de una vasta caterva de políticos opositores el comienzo de una batalla. Lo hacen con palabras sutiles, discretas, pretendidamente asépticas. “Cambia el mapa político”, “El comienzo de otra historia”, titulan algunos diarios. En las pantallas de televisión el canal Crónica anuncia: “La oposición brindó sus condolencias a la presidenta”, y agrega en un pequeño copete “Por Twitter”. Todo un sarcasmo.
En definitiva lo que se viene es eso, un cambio en las relaciones de poder. Néstor Kirchner fue una pieza fundamental del proyecto armado desde 2003 y por él mismo encabezado en sus comienzos.
En el mismo año de su asunción Néstor Kirchner tomó medidas de gobierno fuertes. Por cadena oficial de radio y televisión anunció la renovación de la Corte Suprema de Justicia para terminar con la “mayoría automática” instaurada en tiempos de Carlos Menem. Poco después impulsó el proyecto de ley presentado por la legisladora Patricia Walsh –hija del escritor y periodista desaparecido Rodolfo Walsh– para terminar con las leyes de obediencia debida y punto final, heredadas de los años de Raúl Alfonsín, en 1987. A partir de entonces el país retomó el camino de la justicia contra los crímenes de la dictadura, según le reclamaban organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Poco después, con los juicios encarrilados, en pleno corazón del Colegio Militar ordenó al jefe del Ejército, Roberto Bendini, descolgar los cuadros de los militares genocidas Jorge Videla y Bignone, y fue un decreto suyo el que ordenó abrir los archivos de la side en 2005, para investigar el atentado a la mutual judía amia ocurrido en 1994.
En materia económica no sólo inició una lenta, paulatina e incompleta reforma fiscal que permitió superar mes a mes los niveles de recaudación y de esa manera comenzar un proceso de redistribución diferente al de las últimas cinco décadas: junto a su ministro de Economía Roberto Lavagna, con quien luego se peleó, impuso condiciones en la conferencia de Doha, en setiembre de 2004, para el pago a los acreedores heredados del default de 2001. Dos años después decidió cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (fmi) para “tener las manos libres”, tal como él mismo expresara. Y partir de entonces reclamó la reformulación de los organismos multilaterales en todas sus áreas, poniendo especial énfasis en “terminar con la dictadura del fmi y sus recetas”.
En paralelo, hizo un giro copernicano en las relaciones regionales del país, apuntando a reforzar la integración latinoamericana y dejar atrás la época de las “relaciones carnales” con Estados Unidos de la era Menem. La creación de la Unasur y sus instancias instrumentales como el Banco del Sur, y el énfasis en el Mercosur, junto a un reforzamiento de los lazos bilaterales con Brasil, fueron otros de los rasgos de su gestión. En noviembre de 2005, en Mar del Plata, enfrentó al estadounidense George Bush en la Cumbre de las Américas, con el apoyo de buena parte de los mandatarios de la región. “Fue el primero de nosotros en tiempos en que no éramos muchos los que dábamos la batalla contra el neoliberalismo”, declaró el venezolano Hugo Chávez, y fue apoyado en su razonamiento por el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa y el paraguayo Fernando Lugo.
Otro de sus desvelos, quizás el menos conocido fuera de fronteras, fue mejorar la condición de los docentes de las tres ramas de la enseñanza y apuntar a la consolidación de la universidad estatal, reestructurando la carrera docente con concursos regulares (práctica abandonada desde la época de Menem) y con mayores recursos económicos. Su sucesora y esposa, Cristina Fernández, profundizó su gestión en esta materia con la creación del Ministerio de Ciencias y Tecnología.
ALIANZAS
Mantuvo enfrentamientos frontales que la actual mandataria heredó y profundizó: con los grandes propietarios de medios de comunicación y con las grandes gremiales ruralistas. Cuando llegó al gobierno patrocinado por el gran mandamás de la provincia de Buenos Aires y ex presidente Eduardo Duhalde y sin estructura partidaria propia, heredó el aparato del duhaldismo y sus alianzas con el sindicalismo peronista de la cgt, en especial el sector encabezado por el camionero Hugo Moyano. Pero también apostó al sindicalismo combativo e independiente encarnado en la Central de Trabajadores Argentinos (cta), que fue formalmente reconocida por su gobierno. También tejió lazos (que algunos llamaron prebendarios, en función de que mucho debía a favores recibidos, como subvenciones estatales) con sectores “piqueteros” y del movimiento de fábricas recuperadas. De todas maneras, fue la cgt su principal aliado en el mundo sindical, y Kirchner logró encaramar a Moyano como su secretario general.
En el plano político apostó a construir un movimiento propio a partir de un proyecto “transversal” que reuniera a sectores progres venidos de diferentes filas. La llegada al gobierno en tanto vicepresidente del radical Julio Cobos obedeció a ese proyecto, que terminó fracasando estrepitosamente, al punto que Cobos es hoy un militante más de oposición que oficialista y Kirchner debió refugiarse casi que exclusivamente en el Justicialismo, del que se convirtió en secretario general tras su salida de la presidencia de la república.
Era un secreto a voces la decisión del ex presidente de ser nuevamente candidato a la jefatura del Estado en las presidenciales del año próximo, pese a los rumores de una batalla conyugal con Cristina Fernández. La muerte de su líder deja prácticamente huérfano al kirchnerismo. Habrá que ver quién puede surgir de entre sus filas para amalgamar al peronismo en torno a un proyecto de tintes progres. La disputa interna de los próximos meses será previsiblemente dura. Los otros sectores justicialistas (el Peronismo Federal encabezado por Eduardo Duhalde, el ala del santafesino Carlos Reutemann, los Rodríguez Sáa, y Francisco de Narváez) ya están afilando las uñas para disputar la hegemonía del principal partido político argentino. En la oposición de centroizquierda, con la que Kirchner mantenía relaciones tensas que no excluían puntos de contacto pero tampoco grandes broncas, la muerte del carismático líder puede servir a la consolidación de un espacio alternativo que con el ex mandatario vivo parecía no tener futuro. La derecha más cerril, y los adversarios más acérrimos de Kirchner, ocultaron mal su alivio por la desaparición de su odiado adversario. En la página web del diario Clarín se podía ver, sobre la foto de Kirchner, globos y fuegos artificiales.
UN CRIMEN CON EL SELLO DE LA PATOTA POLÍTICA
Días atrás Argentina fue conmovida por un asesinato que hoy se puede leer de otra manera a la luz de la complejísima trama de alianzas políticas y sociales que alimenta al kirchnerismo. Se trata del homicidio del militante del Partido Obrero Mariano Ferreira a manos de una patota de la cgt ligada al sindicalista ferroviario José Pedraza. Un crimen que volvió a poner en el centro de la escena las formas de “hacer política” y “hacer militancia gremial” en Argentina. La semana pasada Ferreira participaba, como en otras ocasiones, en una manifestación relativamente pequeña contra la precarización laboral de unos 150 trabajadores tercerizados del ferrocarril, cuando súbitamente fueron atacados a palazos y balazos por una patota de la Unión Ferroviaria, la mayor de las tres representaciones gremiales de ese sector. Ferreira cayó herido de muerte y otros tres militantes de izquierda fueron heridos de gravedad.
Apenas iniciada la investigación judicial surgieron las primeras pistas para exponer nuevamente la trama de un sindicalismo asociado al poder y los negocios. Varios testigos identificaron como responsable directo del disparo que mató a Ferreira a Cristian Favale, miembro de la Unión Ferroviaria (uf) y de la barra brava de Defensa y Justicia, un club de la segunda división de fútbol que aporta hinchas a una ong creada por el kirchnerismo bajo el nombre de Hinchadas Unidas Argentinas para blanquear el trabajo de los barrabravas y hacerlo socialmente digerible. El club está ubicado en el municipio de Florencio Varela, en el sur del Gran Buenos Aires, una de las zonas donde la uf tiene mayor peso. Favale mostró en su perfil de Facebook fotos posando junto a integrantes del gabinete presidencial como Amado Boudou (Economía), Juan Carlos Sileoni (Educación) y Carlos Tomada (Trabajo).
Trabajar en la uf implica acceder a los negocios ferroviarios que maneja Pedraza. En la década de 1990 el capo sindical fue uno de los dirigentes de la cgt que facilitaron los planes privatizadores de los servicios públicos impulsados por Carlos Menem, que costaron, entre otras cosas, la pérdida de 30 mil puestos de trabajo. El hijo de Pedraza, Maximiliano, preside la Cooperativa Unión Mercosur, encargada de remplazar durmientes y vías en varios tramos del ferrocarril Roca, precisamente las vías que Ferreira y los empleados tercerizados iban a cortar en reclamo de mejores condiciones laborales. La cooperativa recibe subsidios del Estado nacional para operar. José Pedraza, por su parte, está directamente imputado en un caso de vaciamiento de la obra social (mutual médica) ferroviaria, en la administración irregular de subsidios en el Ferrocarril Belgrano y en la llamada mafia de los medicamentos, investigada desde 2009 por el juez Norberto Oyarbide y que involucra a media docena de obras sociales de sindicatos importantes.
Pedraza acompañó hace seis meses a Cristina Fernández y Hugo Moyano en un acto de inauguración de instalaciones médicas en la obra social ferroviaria y demostró su apoyo a un nuevo mandato kirchnerista en 2011. Sin embargo, recientes cortocircuitos con Moyano empujaron su alejamiento del líder cegetista y su acercamiento a los sindicalistas que en los noventa apoyaron la candidatura de Menem. Una vuelta al redil con los peores métodos.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
6) FK – LA VIDA A CARA O CECA
Beatriz Sarlo* (Brecha)
A las diez de la mañana la ciudad estaba desierta por el censo. En ese vacío cayó la noticia. Cuatro personas, en un vagón de subterráneo, escuchamos que alguien dijo: “Murió Kirchner”. A partir de ese instante la ciudad en silencio se convirtió, retrospectivamente, en un ominoso paisaje de vaticinio. Cuando bajé saludé a quienes habían escuchado conmigo la noticia, quise preguntarles sus nombres porque, como fuera, había vivido con ellos un momento de los que no se olvidan nunca más. En el quiosco de San José y Rivadavia pregunté si era cierto, con la esperanza alocada de que me dijeran que alguien acababa de inventarlo. Fue poderoso, ahora estaba muerto.
Pensé en quienes lo amaban. Su familia, por supuesto, pero ese círculo privado es, como toda familia, inaccesible y sólo se mide con las propias experiencias de dolor, que habilitan una solidaridad sin condiciones. Puedo imaginar, en cambio, la muerte del compañero de toda una vida, que la política marcó con una intensidad sin pausa: la presidenta conoce hoy la fractura más temida.
Con la intensidad de la evocación marcada por una proximidad que comprendo más, pensé en quienes lo admiraron y creyeron que fue el presidente que llegó para darle a la política su sentido. Recordé a Kirchner en el Chaco, en marzo de este año, y un día después en el acto de Ferro, con la cancha repleta, donde se mezclaban los contingentes de los barrios bonaerenses, las familias completas, las barritas con los bombos, los viejos y los niños, con las clases medias que llegaban sueltas o débilmente organizadas. Lo recordé abrazándose a los chicos de un barrio pobre del Gran Buenos Aires, donde aterrizó su helicóptero, bajó corriendo y empezó a caminar como si llegara tarde a una cita. Se movía por las calles de tierra y cascotes como quien siente que la vida verdadera está en esos contactos físicos, abrazos rápidos pero vigorosos, tironeos, gritos; los chicos lo seguían como una nube, jugando; era fácil tocarlo, como si no existiera una custodia que, sin embargo, trataba de rodearlo mientras todo el mundo se sacaba fotos.
A fines del siglo xx nada anunciaba que la disputa por ocupar el lugar del progresismo iba a interesar nuevamente, salvo a los intelectuales o a los pequeños partidos de izquierda. Kirchner introdujo una novedad que le daba también su nuevo rostro: se proclamó heredero de los ideales de los años setenta (al principio agregó “no de sus errores”). En 2003 llegó al gobierno marcado por una debilidad electoral que Menem, dañino y enconado, acentuó al retirarse del balotaje y no permitirle una victoria con mayoría en segunda vuelta. La crisis de 2001, pese al intervalo reparador de Duhalde, no estaba tan lejos en la memoria, mucho menos de la de Kirchner, que encaraba su gobierno con poco más que el 20 por ciento de los votos. Su gesto inaugural, el mismo día de la asunción, fue hundirse en la masa que lo recibía, como si ese contacto físico provocara una transferencia. Kirchner ocupaba por primera vez un lugar en la Plaza de Mayo y terminaba, junto a su familia, mirándola desde el balcón histórico; en la frente, una pequeña herida producida en la marea de fotógrafos.
La escena es un bautismo. Kirchner comenzó su presidencia con un golpe en la frente porque se lanzó a la multitud que estaba en las calles, entre el Congreso y la Plaza de Mayo; se lanzó como quien corre hacia el mar el primer día del verano, con impaciencia y sensualidad, gozando ese cuerpo a cuerpo que es el momento amoroso de la política.
Pensé entonces en las escenas que, pese a ser una opositora, me había tocado vivir. En las escenas de masas, donde no hay sólo acciones que se aprueban o se critican, se percibe un más allá de la política que la convierte en experiencia y en alimento sensible. Kirchner, un duro, gozaba con esa afectividad intensa que a sus ojos seguramente refrendaba el pacto peronista con el pueblo. Pero no pensé sólo en esos cientos de jornadas en que Kirchner había pisado la tierra o los lodazales de los barrios marginados, donde era recibido con una alegría que superaba la gestión de los caudillos locales, porque alguien, un presidente, llegaba a ese confín donde vivían ellos, unos miserables.
Pensé también en los que formaron el lado intelectual del conglomerado que armó Kirchner. Con ellos he discutido mucho en estos años. Sin embargo, me resulta sencillo ponerme en su lugar. Muchos vienen de una larga militancia en el peronismo de izquierda; vivieron la humillación del menemismo, que fue para ellos una derrota y una gigantesca anomalía, una enfermedad del movimiento popular. Cuando los mayores de este contingente representativo ya pensaban que en sus vidas no habría un renacimiento de la política, Kirchner les abrió el escenario donde creyeron encontrar, nuevamente, los viejos ideales. Pensé que se engañaban, pero eso no borronea la imaginación de su dolor.
El furor de Kirchner en el ejercicio del gobierno trasmitía la eléctrica tensión de la militancia setentista; para muchos, era posible volver a creer en grandes transformaciones, que no se enredaran en el trámite irritante y lento del paso a paso institucional. Y creyeron. Entiendo perfectamente esas esperanzas, aunque no haya coincidido con ellas. Conozco a esa gente, que se identifica en Carta Abierta, pero la desborda. Pensé en ellos porque cuando un líder político ha triunfado con el estilo de la victoria kirchnerista, su muerte abre un capítulo donde los más mezquinos y arrogantes saldrán a cobrar deudas de las que no son titulares, pero otros padecen el dolor de una ausencia que comienza hoy y no se sabe cuándo va a aflojar sus efectos. La muerte no consagra a nadie ni lo mejora, pero permite ver a quién le resulta más dura. Los que soportamos muchas muertes políticas sabemos que sus consecuencias pueden ser de larga duración.
Imposible pasar por alto la desazón de quienes se entusiasmaron con Kirchner. Sería no comprender la naturaleza del vínculo político. En las manifestaciones de 1973 marchaban viejitos con fotos de Eva que, amarillas y cuarteadas, probaban su origen de casas populares construidas en 1950. No sabemos si habrá fotos así de Kirchner en movilizaciones futuras. Pero su impacto en la sensibilidad política quizá se prolongue. Esto no excluye los balances de su gobierno sino que, precisamente, los volverá indispensables. Kirchner será un capítulo del debate ideológico e histórico. Una forma de la posteridad, tan duradera como la dimensión afectiva de esa gente de los barrios más pobres y de quienes lo apoyaron con su actividad intelectual.
[…] Kirchner definió un estilo que, como sucede con el liderazgo carismático, es muy difícil de trasmitir a otros. El líder piensa que él es el único que puede bancar los actos necesarios: él garantiza el reparto de los bienes sociales, él garantiza la asistencia a los sumergidos, él sostiene el mercado de trabajo y forcejea con los precios, él enfrenta a las corporaciones, él evita, en solitario, las conspiraciones y los torbellinos. El liderazgo es personalista.
Argentina tiene, como tuvo Kirchner, una oscilación clásica entre la reivindicación del pluralismo y la concentración del poder. Como presidente, Kirchner eligió no simplemente el liderazgo fuerte (quizás indispensable en 2003) sino la concentración de las decisiones, de las grandes líneas y los más pequeños detalles: tener el gobierno en un puño. Consideró el poder como sustancia indivisible. Con una excepción que marca con honor el comienzo de su gobierno: la renovación de la Corte Suprema, un acto de gran alcance cuyas consecuencias van más allá de la muerte de quien tuvo el valor de decidirlo.
El poder indivisible es fuerte y débil: su fortaleza está en el presente, mientras se lo ejercita; su debilidad está en el futuro, cuando las circunstancias cambian. Así como Kirchner no administraba con cautela su resistencia física, tampoco fue cauteloso en el ejercicio de su poder. Frente a la desaparición de quien concebía el poder como indivisible, se aprestan las fuerzas y los individuos que quieren creer que ese poder pasa intacto a otra parte, lo cual sería una equivocación; o los que creen que se acerca un nuevo reparto.
Kirchner murió cuando en el horizonte cercano se insinuaba la posibilidad de un reparto de ese poder indivisible. Las elecciones de 2009 cambiaron las representaciones partidarias en el Congreso. Esa fue una experiencia nueva dentro de los años kirchneristas. Entre la negociación y el veto, entre retirar un proyecto propio y adoptar el de un aliado, se había empezado a recorrer un camino que mostraba cierto cambio de paisaje, obligado por la relación de fuerzas. El poder del Ejecutivo tenía una contraparte que no había pesado hasta 2009, y en 2011 vendrán las elecciones nacionales. El poder indivisible necesitaba victorias, primero dentro del propio movimiento justicialista, batalla que Kirchner ya estaba calibrando.
[…] Fue un político de alto riesgo, no un jefe cuya cualidad principal fuera la prudencia. Fue también un político afortunado. Y murió antes de que su imprudencia venciera a la fortuna.
Junto con la renovación de la Corte Suprema hay otro acto de reparación histórica que nadie podrá negarle: después de la derogación de las leyes de impunidad, Kirchner apoyó con su peso personal e institucional la apertura de los juicios a los terroristas de Estado. Hizo su escudo protector con los organismos de derechos humanos hasta convertirlos en articulaciones simbólicas y reales de su gobierno. Como sucedió siempre con Kirchner, el apoyo a que las causas obtuvieran sentencia se entreveró con la política que inscribió a las Madres y Abuelas en la trinchera cotidiana. Kirchner, hasta hoy, ofrece esos balances complicados. Igual que su afirmación latinoamericanista: reivindicó la idea de una nación independiente y soberana, pero dirigió o permitió peleas tan declarativas como inútiles; como secretario de la Unasur, tomó una responsabilidad que cumplió contra muchas predicciones.
[…] Pocos políticos tienen la fortuna de marcar la historia de este modo. En la turbulencia que produce la muerte, antes de la claridad que llega con el duelo, no es posible saber si el kirchnerismo será un capítulo cerrado.
* Ensayista argentina. Autora, entre muchos otros, de Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo (2005).
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
________________________________________________________
7) EL PSEUDOPROGRESISMO ARGENTINO LLORA A KIRCHNER, UN CONTINUADOR DEL MODELO
Rubén Kotler (Rebelión)
Las reflexiones que siguen están dedicadas a mis amigos kirchneristas, convencidos ellos que nos deja un “revolucionario luchador por su patria”. Sé que caerán antipáticos algunos conceptos, pero creo que así como tenemos la libertad de expresar nuestras ideas, tenemos la obligación de denunciar el modelo, modelo, que mal que le pese a mis amigos kirchneristas, sigue generando desigualdad social, pobreza y marginalidad.
No hay medias tintas a la hora de definir un proyecto político. No existe un capitalismo con rostro humano, como no existe modelo alternativo que solo se defina como tal en lo discursivo. La muerte del ex presidente Néstor Kirchner debe servirnos entonces para repensar una cantidad de cuestiones que los intelectuales orgánicos que lo acompañan no están dispuestos a pensar, simplemente porque viven y comen del modelo.
En los siete años que lleva el kirchnerismo en el poder no ha cambiado el modelo económico sostenido en este país desde 1966 a la fecha. Hay que decir sin eufemismos y llamando a las cosas por su nombre, que el modelo de producción capitalista sigue dominando en las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales de nuestro país. Creo que quienes afirman lo contrario no entienden cómo funcionan determinadas relaciones, pero además se niegan a mirar los datos de la realidad con la suficiente inteligencia para ver que poco y nada ha cambiado respecto al tan cuestionado modelo de los años 90. Y simplemente no ha cambiado porque el extinto ex presidente Kirchner es hijo de aquel modelo.
Gobernador de Santa Cruz durante los duros años del menemismo, no le conocemos a Kirchner declaraciones opuestas al modelo durante esos años, acompañando incluso, la ola privatizadora de las empresas estatales estratégicas como Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Además todos hemos visto alguna foto de Kirchner abrazando a Menem, seguidos ambos, por la mirada de Cristina. En esto sería bueno hacer memoria. No basta decir que se pertenece a una generación para decir que los ideales de esa generación son los que gobiernan. Kirchner no reúne detrás de sí el espíritu de los setentistas, por más discurso que pretenda lo contrario. Kirchner reúne el espíritu de los 90, el de un país a merced del mercado, cuando por ejemplo, decide pagar la deuda externa. Kirchner no sintetiza el espíritu de la generación que buscó transformar el mundo pues lejos de aquellos ideales transformadores de la sociedad, el ahora extinto dirigente peronista ha sostenido el modelo económico y social del consenso de Washington. Si algún espíritu setentista sostuvo al matrimonio presidencial ha sido la soberbia y la prepotencia montonera, aquella que siempre creyó llevarse el mundo por delante.
SIN JULIO LÓPEZ NO HAY DERECHOS HUMANOS
La que pareció ser la principal bandera de Kirchner pronto se ha convertido en una banalización de un tema tan profundo como trascendente. Los derechos humanos de la administración K, y aún cuando hubiera cooptado a determinados organismos de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo, Abuelas o algunas regionales de HIJOS, hace agua por todas partes. El avance no solo ha sido lento sino que hasta el momento solo se ha juzgado a una pequeña cúpula de dictadores más en su lecho de muerte que cercanos a cualquier poder, omitiendo que la justicia para ser tal debe llegar a todos los cuadros del aparato represivo implicado en la violación sistemática de los derechos fundamentales.
Kirchner hizo uso y abuso de los derechos humanos, esos que por lo que tantos nos hemos preocupado en gran parte del campo popular. Pero además y para seguir ejerciendo nuestro derecho a la memoria, derecho que parece ser que nos han quitado, que nos han robado, mientras Jorge Julio López no aparezca con vida todo discurso de derechos humanos naufraga a la deriva y no se sostiene en sí mismo. Los apologéticos del kirchnerismo han olvidado a López. Ni en 6,7,8, programa oficialista y ultrakirchnerista de la televisión pública (aquella que debiera ser de todos los habitantes del país y no solamente de la casta gobernante) blablablean de Néstor y de Cristina, encumbrándolos como los salvadores de la patria, colocándolos cual ídolos de bronce pero se han olvidado por completo que un compañero del campo popular está desaparecido. Jorge Julio López está desaparecido y esto, en una administración que se dice defensora de los derechos humanos es inadmisible. Un desaparecido en democracia vale lo mismo que 30.000 desaparecidos en dictadura. Un solo compañero del campo popular desaparecido vale tanto como todos. Y no vale la consiga sola de aparición sino va seguida de la vida, aquella que reclamaron por tantos años las organizaciones de derechos humanos, hoy, alguna de las cuales, son parte integrante del proyecto K. Tampoco a estas organizaciones les he vuelto a escuchar el reclamo de la aparición con vida de López. Y esa aparición es responsabilidad del Estado.
MOYANO, CUADRO DE LA TRIPLE A, APOYO POLÍTICO DE KIRCHNER
Desde lo político tampoco el kirchnerismo supo construir una alianza cuanto menos progresista apoyándose en peligrosos personajes oscuros como el camionero Hugo Moyano. Habría que recordarle a los apologéticos del Kirchnerismo, aquellos crédulos de las banderas de los derechos humanos, el pasado fascista de Moyano, acusado de colaborador cercano de la Triple Alianza Anticomunista, grupo parapolicial que asesinó a decenas de dirigentes políticos, obreros, estudiantiles y sindicales durante el interregno peronista de Isabel Martínez de Perón. Moyano respondía a las patotas de Mar del Plata y hoy goza de una inmunidad e impunidad para sentarse a la par del palco presidencial en cuanto acto oficial existe. Néstor Kirchner construyó esta alianza y otras no menos complejas, sostenidas en torno a vínculos non santos.
Pienso por ejemplo, en las relaciones del kirchnerismo con el gobernador de Tucumán, un empresario asociado a intereses claramente de clase con el poder capitalista mundial, hombre cuyo poder reside en el dinero y no en la construcción política de una idea, hombre que ha acompañado a Kirchner en su proyecto porque supo leer perfectamente el esquema de poder entre la administración central de la casa Rosada con el interior. Alperovich, niño por momentos mimado del ahora difunto ex presidente, mantiene en la provincia norteña un sistema clientelar basado en dádivas preelectorales.
Kirchner también representa esa forma de hacer política, forma cuasi feudal que sostuvo en Santa Cruz mientras estuvo al frente de la gobernación por tres periodos consecutivos. Pero además y por si todo esto fuera poco, hoy en la Argentina de los Kirchner, cerca de 5000 militantes sociales se encuentran como presos políticos en las cárceles argentinas, denuncias que nunca trascienden en los medios masivos de comunicación. Mucho menos en la TV Pública, plataforma desde la cual el Kirchnerismo supo vender una imagen absolutamente fantasiosa de sí mismo.
LA POBREZA Y LA MARGINALIDAD
Es cierto que del 2003 a la fecha ha disminuido la pobreza y la marginalidad. Pero tampoco ha sido un cambio transformador en las relaciones sociales ni en el modo de producción y sin ese cambio, los cordones de villa miseria que circundan los grandes centros urbanos no solo no van a transformarse sino que seguirán como hasta ahora y allí, precisamente en esos territorios de pobreza absoluta, es donde reina el clientelismo no solo kirchnerista sino también el de sus aliados. Tucumán es un buen ejemplo de ello. No hace falta alejarse mucho de la gran ciudad capital para advertir que las llamadas villas de emergencias (chabolas, villas miserias, favelas) no solo no han cambiado sino que se han reproducido. Del dicho al hecho hay un trecho enorme y el discurso “progre” de los Kirchner no se contradice con la cantidad de gente pidiendo en los semáforos, de los pibes que se suben a los autobuses a pedir una moneda o de la cantidad de limpiavidrios que subsisten gracias a la perseverancia de pasarse horas y horas en una esquina a merced de todo tipo de peligros.
La pobreza extrema no se combate con planes sociales circunstanciales sino con una verdadera política revolucionaria de transformación en el reparto de las riquezas, en el modo de producción y en las relaciones sociales, políticas y culturales. Sin estos cambios cualquier plan social no solo es una salida de paso, sino que solo sirve como coto de caza en los días electorales. Si no se cambia la estructura la dignidad de los seres humanos más afectados por el sistema seguirá dependiendo de la dádiva oficial. Y ni Kirchner ni su esposa han querido transformar este sistema pues es parte de su propio dique de contención electoral. Si el proyecto oficial es la dádiva y no el cambio de las estructuras, entonces no podemos celebrar absolutamente nada. Kirchner no habrá dejado entonces ningún cambio fundamental que prevea hacer que este país cambie. De nada sirve que el país crezca en lo macro si ese crecimiento no llega al ciudadano de a pié y mucho menos si esos ciudadanos viven en la calle.
SIN REVOLUCIÓN NO HAY TRANSFORMACIÓN
Kirchner no fue un revolucionario. No lo es su viuda, la presidente del país, Cristina Fernández. Ni siquiera creo que puedan entrar en la categoría de reformistas. No es revolucionario quien propone cooptar a las organizaciones sociales; no es revolucionario quien paga una deuda externa ilegal e ilegítima olvidando de saldar ante todo la deuda interna; no es revolucionario quien no decide cambiar las estructuras; no es revolucionario quien no propone siquiera la construcción de un país socialista. Néstor Kirchner no fue un revolucionario. Ni siquiera un reformista. Cierto pseudoprogresismo se ha conformado con poco, con fuegos de artificios, con un poco de ruido. Cuando el país tuvo la posibilidad histórica de ser transformado revolucionariamente (una vez más) Kirchner hizo su propio negocio y se llenó los bolsillos y los de su familia a costa del hambre de muchos argentinos. No es panfletario denunciar esto, es parte de una realidad que los pseudoprogresistas no quieren ver.
Los Kirchner, con Cristina ahora a la cabeza, son dueños de grandes riquezas, riquezas que como simples abogados no hubieran podido hacer jamás. Como políticos honrados tampoco. Mucho pudo hacerse en este país en 7 años de gobierno. Se hubiera podido atender a la salud, hoy en estado insalubre, se hubiera podido atender a las jubilaciones y pensar en la lucha histórica de los pasivos del 82% móvil, reclamo histórico de un sector doblemente vulnerable del sistema capitalista, porque es cierto que las jubilaciones se han incrementado, pero también es cierto que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (el INDEC) no puede dibujar los números de una inflación que hace que hoy un simple trabajador, un jubilado con la mínima no pueda llegar a fin de mes en lo básico, y no hablemos de la salud, que si debe ser tratado por un tratamiento de alta complejidad, mejor que reserve un terreno en el cementerio. La educación sigue en un atraso absoluto, los salarios de docentes han quedado retrasados respecto a la misma inflación. Y podríamos seguir enumerando un estado de cosas que no se contradicen con las proclamas de cambio de los pseudoprogresistas que hoy lloran a Néstor Kirchner.
El país no ha cambiado y una cantidad de cosas deben ser repensadas y debatidas. No desde el sectarismo cuasi fascista de la derecha retrógrada, no desde el esquematismo cerrado de algunos partidos de izquierda, pero tampoco desde un kirchnerismo que como dije y sostengo no ha hecho nada por cambiar el sistema. El modelo no ha cambiado. El país tampoco. Los discursos no son revolucionarios. Las acciones pueden serlo.
EPÍLOGO, MIENTRAS SE CIERRA EL CAJÓN
No me he puesto ni contento ni triste con la muerte de Néstor Kirchner. Me ha sido indiferente. Lo que si me ha indignado es la panda de aduladores, intelectuales orgánicos, que han querido hacernos creer que el difunto podía ser equiparado al Che Guevara. Kirchner fue el mejor continuador del sistema. Por eso mismo el sistema lo ha sostenido. Buen alumno que ha pagado sus cuentas. La hipocresía de algunos que se han visto beneficiados por el Kirchnerismo, hoy desfila sin cesar por la televisión pública. Una vuelta de la derecha más retrógrada solo es entendible en tanto y en cuanto Kirchner no ha hecho nada, absolutamente nada, por construir en verdad otro modelo social, un modelo construido desde las bases y para las bases, sin clientelismo, sin priorizar la deuda externa por sobre la verdadera deuda que debe ser saldada urgente: la deuda interna. Pero desde otros campos y con otros discursos y con otras prácticas, vamos a seguir denunciando desde aquí que nada ha cambiado y que todo debe ser transformado revolucionariamente. De lo contrario habremos perdido una nueva generación de argentinos y tendremos que lamentarnos que no hemos sabido leer la realidad tal y como sucedió allá por diciembre de 2001. El peligro, claro está, es que vuelvan los de siempre. Y resurja un nuevo Kirchner retransformado y los pseudoprogresistas vuelvan a perder la memoria. Ya nos pasó con la Alianza en el 99. Puede volver a pasarnos en 2011… o antes.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
8) LAS MALAS COMPAÑÍAS DEL MATRIMONIO K Y UN CRIMEN QUE INCOMODA AL GOBIERNO
Pablo Stefanoni (El libertario – 25.10.10)
Las alianzas en política tienen siempre sus consecuencias, y por estos días los Kirchner viven esta “ley de hierro” en carne propia: quienes la semana que pasó asesinaron a un militante de izquierda en una marcha de apoyo a los trabajadores ferroviarios tercerizados son parte de un sindicalismo mafioso y enriquecido aliado del gobierno. Por eso es que en la Casa Rosada hay “ansiedad y tensión” y sus asesores y publicistas ya buscan traducir la sensación de repudio ante el crimen que recorrió a gran parte de la sociedad argentina en aritmética electoral.
Es obvio que el gobierno no tiene nada que ver con el crimen. El escenario de la muerte de Mariano Ferreyra fue un acto en el que trabajadores precarios del ferrocarril –que trabajan en empresas subcontratadas- pedían ser incorporados como personal de planta al ferrocarril. La rancia burocracia sindical primero colgó carteles en los trenes rechazando el corte de vías de los trabajadores –afiliados de prepo al sindicato de la construcción y no al ferroviario para pagarles menos-. Y el “no vamos a permitir…” los piquetes se traducirá luego en una emboscada donde barrabravas de clubes de fútbol contratados por las empresas y la burocracia sindical atacaron a tiros a los manifestantes. Resultado: un muerto y una herida al borde de la muerte. Ambos militantes del Partido Obrero. Además, se sospecha que la policía, en lugar de impedir el crimen “liberó a la zona”.
Pero la historia no acaba ahí: al menos una de las empresas que se benefician de las subcontrataciones y de tercerización pertenece al capo mafia, atornillado al sindicato ferroviario, José Pedraza, un dirigente que cuenta su fortuna en millones: tiene decenas de negocios y propiedades. “Apoyé a Menem como lo hizo todo el peronismo, del mismo modo que ahora apoyo a Kirchner”, dijo alguna vez por si alguien dudara de su pragmatismo. En febrero de 2009, se hizo célebre por unas onerosas vacaciones tomadas en Brasil, en el Sheraton Río Hotel, uno de los más caros del elegante barrio carioca de Leblón, a un costo de 400 dólares diarios.
El "Gordo" Pedraza –como llaman en Argentina a los “pesados” caciques sindicales, muchos de ellos anti K- adhirió hace pocos días al acto de River, en el que el no menos pesado líder de la CGT Hugo Moyano, llenó el estadio para apoyar y mostrar fuerza propia frente a la Presidenta, que fue la oradora estrella. Moyano es también “empresario” y no menos audaz a la hora de defender su poder con métodos no precisamente republicanos. El monopolio sindical los ayuda: hace años que la CTA pide ser reconocida como central sindical en el marco de un nuevo pluralismo sindical, pero la CGT lo ha bloqueado con apoyo del gobierno.
De todos modos, en el oficialismo buscan ligar a Pedraza con el ex presidente y peronista antikirchnerista Eduardo Duhalde. Incluso mostraron la foto de una entrevista entre ambos hace un año como si fuera reciente. En el espacio de Factbook de la Lista Verde de Pedraza pueden encontrarse mensajes contra los "comunistas de mierda", y un fotógrafo de Clarín escuchó decir a los patoteros que mataron al joven Ferreyra (23 años) “un zurdito menos”.
La presidenta Cristina aseguró por Twiter, su nueva arma comunicacional, que “habrá justicia” y que se acabó el país de la impunidad. Pero la pregunta, que no es nueva aunque sí más acuciante, resuena en medio de quienes quieren presentar las disputas políticas argentinas como un simple clivaje progresismo vs. derecha: ¿es posible hacer progresismo de la mano de todo tipo de mafias, sin renovar mínimanente la forma de hacer política? La líder de las Madres de Plaza de Mayo y otros “setentistas” entusiastas creen que sí. Por eso ocupan las primeras filas de los actos oficiales cada vez que la presidenta anuncia alguna nueva batalla con un cuadro del Che atrás. La realidad dice que las cosas son algo más complicadas: que los K no son el pueblo ni todos los que los critican son representantes de la oligarquía.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
9) EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA, LOS ALIADOS INDESEABLES DEL GOBIERNO K
Atilio A. Boron (Rebelión – 24.10.10)
El pasado Miércoles 20 de Octubre la Argentina se re-encontró una vez más con sus peores pesadillas: en las inmediaciones de la estación Constitución de la ciudad de Buenos Aires una “patota” (grupo de choque) del sindicalismo peronista asesinó a sangre fría a Mariano Ferreyra, un joven militante del Partido Obrero, quien había concurrido al lugar para apoyar la protesta de los trabajadores ferroviarios “tercerizados” que reclamaban la regularización de su precaria situación laboral ¡en contra del propio sindicato, la Unión Ferroviaria que, coludida con la patronal, lanzó a sus matones a reprimir a los demandantes!
Uno de los más lúcidos observadores de la escena política argentina, Mario Wainfeld, publicaba al día siguiente en Página/12 una extensa nota en la que sostenía con absoluta razón que el de Ferreyra no era un crimen común y corriente, con toda su carga de dolor, sino un asesinato político y que, como tal, no bastaba con la fría aplicación de la legislación penal que había prometido la Presidenta Cristina Fernández sino que había que ir mucho más allá. Decía además que “el homicidio del joven Ferreyra debe, necesariamente, reavivar el debate sobre el sistema sindical argentino, la dudosa legitimidad de algunos de sus emergentes, la imperiosidad de reconocer nuevas formas de representación o agremiación, centrales alternativas.”
Ojalá que así sea, pero para ello habría que introducir algunas consideraciones previas para que ese debate, si efectivamente se enciende, no termine siendo un ejercicio retórico castrado de toda capacidad transformadora. El gobierno ya ha prometido procesar no sólo al homicida sino también a los autores intelectuales del crimen. Sin embargo, pese a que son muchos los que en Argentina saben muy bien donde encontrar a estos últimos a cuarenta y ocho horas del asesinato la Casa Rosada todavía tiene las manos vacías y no hay un solo detenido.
La clave de esta incapacidad seguramente emergería luminosamente en cualquier debate a fondo sobre la tenebrosa realidad del sindicalismo peronista. Un tal debate requeriría, como primer paso, señalar la responsabilidad política de los sucesivos gobiernos de la “democracia” argentina, y muy especialmente de los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, al haber convalidado -o al menos tolerado, o confesado su impotencia ante- las prácticas patoteriles del gremialismo nucleado en la CGT. La impunidad de que hacen gala sus jefes y su irresistible afición por los “aprietes”, las extorsiones y las metodologías violentas no es ajena a la decisión del kirchnerismo de haber consagrado a tan desprestigiado grupo de la sociedad argentina como uno de sus “aliados estratégicos” para encarar sus batallas electorales e, inclusive, para “ganarle la calle a la derecha”, objetivo loable si los hay.
Pero uno de los inconvenientes es que esa dirigencia gremial –al igual que el otro aliado estratégico elegido por el kirchnerismo, el Partido Justicialista- sirve para bien poco: ni aquella ni éste evitaron que en Junio del 2009 Néstor Kirchner fuese derrotado por un advenedizo en la crucial provincia de Buenos Aires; y tampoco demostraron la CGT y el PJ ser capaces de convocar y movilizar más gente que la derecha en la crisis detonada por el debate en torno a las “retenciones” de las exportaciones agropecuarias, durante el 2008.
Con aliados como esos no se puede ir muy lejos y, mucho menos, conquistar al estratégico electorado de izquierda y centro-izquierda que el oficialismo necesita imperiosamente atraer a su lado para tener alguna chance de triunfar en las próximas elecciones presidenciales. Claro está que difícilmente podrá lograr ese objetivo si sus siniestros aliados se dedican a asesinar militantes de izquierda, engrosando así una luctuosa lista de víctimas del terror derechista en la que sobresalen los nombres de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, fusilados en Avellaneda, y el maestro Carlos Fuentealba, vilmente asesinado en Neuquén.
En su artículo Wainfeld establece una sugerente equiparación entre el asesinato en un cuartel del ejército argentino del soldado Omar Carrasco -crimen que produjo una ola de indignación colectiva de tal magnitud que puso abrupto fin al servicio militar obligatorio- y el perpetrado en contra de Mariano Ferreyra. Pero es difícil que el desenlace de este último pueda conducir a la refundación del sindicalismo argentino: Menem pudo acabar con la conscripción porque, en los noventas, las fuerzas armadas se habían debilitado y desprestigiado a un grado extremo y eran un rival muy fácil de derrotar. Carecían de prestigio y poder, y el dinero que antes obtenían de numerosas empresas públicas, privatizadas en los noventas, se había esfumado.
El sindicalismo cegetista, en cambio, está más desprestigiado que nunca pero, paradojalmente, se ha fortalecido al ser ungido como la “columna vertebral” del kirchnerismo. Su reputación no podría ser peor, pero su poderío es tan inmenso como la fortuna mal habida de sus principales dirigentes –convertido en ostentosos millonarios- y sería una suprema ingenuidad de la Presidenta y del jefe del PJ, Néstor Kirchner, suponer que las presiones y chantajes de esta mafia habrán de detenerse respetuosamente ante el sacrosanto umbral de la Casa Rosada.
Es sin dudas necesario abrir un debate sobre el modelo sindical argentino, entre otras cosas para denunciar su necesaria complicidad con el fenomenal proceso de concentración de riquezas y rentas que caracterizó al capitalismo argentino en los últimos años. Otro sindicalismo jamás hubiera tolerado tal degradación, algo que más allá de ocasionales controversias saben muy bien, y aprovechan, los grandes empresarios y la burocracia sindical. De todos modos habría que decir que el debate sobre la necesidad de reformar al decadente sindicalismo ya comenzó hace rato: la OIT envió varias admoniciones al gobierno argentino instándolo a conceder la personería gremial a la díscola Central de Trabajadores Argentinos (y, según algunas fuentes, a unos dos mil sindicatos de base que llevan años reclamando infructuosamente el reconocimiento de su personería) y la misma Corte Suprema emitió un fallo estableciendo que la pertinaz denegatoria de la personería gremial para la CTA es inconstitucional.
Pese a ello el gobierno no se ha inmutado y la respuesta oficial ha sido el silencio, a partir de la errónea convicción de que con el apoyo de la CGT y el PJ el gobierno podrá sortear exitosamente el desafío de la elección presidencial del 2011. Es por eso que hace poco más de una semana, cuando la CGT organizó un gran acto en el estadio de fútbol de Ríver Plate para conmemorar el 17 de Octubre (el “Día de la Lealtad” en el santoral peronista) la Presidenta selló simbólicamente la alianza con la burocracia sindical calzándose una camiseta de la Juventud Sindical Peronista, que en los turbulentos setentas representaba a los sectores más virulentamente macarthistas dentro del movimiento obrero y hoy es el portavoz de la corrupta burocracia sindical, esa que mandó a escarmentar a los revoltosos cegando la vida del joven Ferreira.
La alianza del kirchnerismo con la CGT y el PJ es una apuesta temeraria -suicida según algunos- y que desconoce que la única alternativa “ganadora” en la coyuntura electoral que se avecina es avanzar por el camino de profundas reformas económicas, sociales y políticas, algo que hasta ahora el gobierno se ha tercamente resistido a hacer. Un sendero que, ciertamente, no se puede transitar de la mano de tan impresentables aliados, “piantavotos”, como les diría Juan D. Perón.
LUNES 1º DE NOVIEMBRE 2010 - COMCOSUR / MONTEVIDEO
_________________________________________________________
“La amnesia histórica es un fenómeno peligroso, no sólo porque socava
la integridad moral e intelectual, sino también porque echa los cimientos
para crímenes por venir.” Noam Chomsky
_________________________________________________________
POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE
COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
Coordinación : Carlos Casares - DIRECCIÓN POSTAL:
Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO - URUGUAY
E mail: comcosur@comcosur.com.uy - WEB: www.comcosur.com.uy
_________________________________________________________
Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC)
_________________________________________________________
Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín,
no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre
los temas en cuestión.
_________________________________________________________