(y a mi no me importa mucho que digamos)

lunes, 9 de agosto de 2010

EL INVENTO DE LOS LECTORES QUE NO LEEN


MARTÍN CAPARRÓS:

“Los editores, no sólo en Argentina sino en América Latina, han inventado un ente muy paradójico que es eso, el lector que no lee. Así empieza un texto que escribí y que después salió como prologo a un libro que se llama Argentina crónica.

Digamos, en la medida que un lector se define porque lee es difícil pensar en un lector que no lee, pero nuestros editores piensan en eso y trabajan para eso. Y es cierto, han creado algo bastante parecido a esa especie de engendro semi-mitológico que se propusieron inventar hace unas pocas décadas. Cuando se discutía fuertemente sobre el tema de la Ley de Medios, una de las cosas en que yo insistía es que siendo una ley, a mi gusto, llena de problemas, imperfecciones y demás, ya sólo el hecho de que ofreciera la posibilidad de hacer estallar la corporación Clarín me parecía que valía la pena en sí.

Porque realmente creo que cuando hablo de esos editores que inventan lectores que no leen y demás, lo primero que tengo en la cabeza es lo que hizo la corporación Clarín con la prensa argentina, ¿no? Una especie de estrategia de bastardeo sistemático en los últimos veinte o treinta años para tratar de convertirnos en los idiotas que por alguna razón comenzaron creyendo que éramos, y que no éramos, pero que a fuerza de tratarnos como si, consiguieron que muchos de nosotros se convirtieran en eso.

Vos preguntás qué hacer para recuperar esos lectores. El comentario del principio, de que en general no estoy de acuerdo conmigo, era porque cuando dijiste eso, yo dije “Ahora, ¿por qué habría que recuperarlos?”

Me da la sensación de que la lectura de largos textos, con cierta pretensión estética, etcétera, es un gesto arcaico. La sensación no, es casi una obviedad. Maravillosamente arcaico como probablemente dentro de unos cincuenta o cien años sea arcaico coger o comer. Y, sin embargo, la gente va a seguir haciéndolo de vez en cuando porque –algunas cosas, a alguna gente- le va a parecer simpático.

Pero en este momento cada vez más leer tiene que ver con una cultura que está en vías de disolución. No de desaparición pero si de disolución, de la forma en que un sólido se disuelve en un líquido, pasa a estar ahí pero ya no es un sólido. Y entonces quizás el esfuerzo que valdría la pena hacer eventualmente no fuera el de recuperar lectores, sino el de buscar cuáles son las nuevas formas de circulación de los discursos, y tratar de trabajar en esas formas. Yo estoy grande para eso, pero me parece más interesante buscar cómo se usan nuevas formas de circulación que cómo se recuperan las que ya no van a ser hegemónicas de todas maneras.”

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