Cada tanto me pregunto para qué he armado todos estos blogs, si la mayoría de mis amigos entran aquí, allá a las cansadas, cuando les recomiendo alguna nota que les puede interesar, y si ni siquiera a mis hijos les importa saber qué es lo que está pasando por la cabeza de su padre (tarde piaste, diría Segismundo).
Luego, mirando las estadísticas, me encuentro con que a mis blogs mayormente llega gente desconocida buscando cosas que no hay. Éste, por ejemplo, es visitado principalmente por personas a las que les interesa saber si la tinta del pulpo sirve para escribir o cuántas plumas tiene una gallina dada.
Hace rato que sé ésto, y sin embargo sigo escribiendo, y juntando artículos, y sacando fotos, porque igual vale la pena, porque hay personas (algunas muy queridas, algunas totalmente desconocidas) que entran todos los días a ver con qué ocurrencia me he despertado, y porque en definitiva, aunque así no fuera, la mayoría de las obras de los artistas y los artesanos van a parar a manos de desconocidos que no les dicen ni muchas gracias, ni qué lindo.
Uno hace estas cosas simplemente porque le gusta y porque no puede evitarlo. Y muchas gracias por haber leído ésto, aunque hubiera venido a buscar el famoso artículo de George Orwell. Si así fue, no se sienta defraudado, haga click AQUÍ y vaya a leer al amigo.