MONTEVIDEO – URUGUAY - 28/05/02 (COMCOSUR AL DÍA) En el departamento de Artigas hay un rico terrateniente llamado Laídes dos Santos que hace veintidós años importó una manada de búfalos (bubalinos) para entretenerse matándolos a balazos. A diferencia de las vacas, estos animales no sólo son capaces de romper los alambrados, sino también de atravesar a nado importantes corrientes de agua como el río Uruguay, por ejemplo. Esta posibilidad preocupa porque en la vecina provincia argentina de Corrientes prolifera la aftosa, y los búfalos podrían transmitirla al ganado uruguayo. Esto se supo desde siempre, pero nunca hubo autoridad alguna que tomara cartas en el asunto.
Con el correr del tiempo, el hacendado se aburrió de asesinar búfalos y éstos se reprodujeron libremente en forma abundante, dado que el único depredador que tenían era el hacendado mismo. A principios del corriente mes de mayo, la Asociación Rural del Uruguay (el organismo que nuclea a los grandes terratenientes) se acordó de los búfalos y reclamó que fueran vacunados contra la aftosa o sacrificados. Sin embargo, ninguno de los técnicos que lo intentó pudo aplicarles la vacuna antiaftósica: los 300 o 400 búfalos de don Laídes se hallan en un estado totalmente salvaje y ni siquiera fue posible cercarlos o encerrarlos. Cuando se intentó hacerlo, tiraron los alambrados, atravesaron los bañados a la carrera, y se perdieron en los intrincados montes y bañados que proliferan en la zona.
El primer foco de aftosa en Uruguay se detectó en octubre de 2001 en dicho departamento, y el gobierno obligó al productor en cuyo campo apareció la enfermedad a aplicar el "rifle sanitario" a la totalidad de su rodeo. Sin embargo, ya entonces los vecinos sospechaban de los búfalos de don Laídes. Algunos de ellos incluso recorrieron las orillas del Río Uruguay y comprobaron lo que ya era vox pópuli en el departamento: que los búfalos cruzaban el río a nado para pastar en territorio argentino y luego volvían a sus campos, aunque –felizmente- hasta ahora nunca fue detectada aftosa en los campos de don Laídes.
Los búfalos de don Laídes son tan fuertes como temidos por su agresividad, completamente salvajes por el abandono y la falta de relacionamiento con humanos, arrancan las alambradas, invaden los plantíos, destrozan los arrozales vecinos, atropellan contra camiones y autos, y hasta se ha dado el caso de un vecino que debió ser hospitalizado a consecuencia de las heridas que recibiera al ser embestido por uno de estos animales. Los arroceros vecinos han optado por lisa y llanamente matar a balazos a los búfalos que ingresan en sus propiedades. La imposibilidad material de vacunar las bestias provocó primero preocupación y luego una airada exigencia en filas de la Asociación Rural del Uruguay. Sin embargo, 20 días después de las protestas y las "airadas exigencias," nadie ha tomado una sola medida al respecto.
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Nota del 11 de marzo de 2010: Nunca más volví a oir hablar de los búfalos de don Laídes. En Google sólo aparece la nota de prensa del diario La República que sirvió de base para este comentario.