(y a mi no me importa mucho que digamos)

viernes, 6 de noviembre de 2009

YA NADA ES NORMAL

No recuerdo exactamente cuando empezó este vicio de la superlatividad que nos ha venido invadiendo solapadamente en los últimos tiempos, bueno, en realidad no lo recuerdo ni de manera inexacta. Sólo sé que hace cuarenta años las cosas (los productos, las mercancías, los servicios, a eso me refiero) eran como eran y chau. La nafta era o común o roja, la cerveza rubia o negra, y así.

En cambio, hoy día es difícil encontrar alguna cosa que sea normal. Todo es “Extra”; “Super”; “Especial”; “Premium”; “Supra”; “Mega”; “High Quality”; “Special Edition”; “Max”; “Pro”, y qué se yo cuantos adjetivos más. Lo standard ha desaparecido. Al igual que sucedió con la nafta común, que ahora se llama “especial”, todo es superlativo, todo es excelso, todos prometen darnos más que lo que se nos daba antes.

El problema es que, desde el momento en que lo “común” ha desaparecido, nos hemos quedado sin puntos de referencia, y no tenemos con qué comparar estos productos superlativos. ¿Cómo puedo darme cuenta de la excelencia de un producto “premium” si no puedo compararlo con el producto standard porque éste se ha dejado de fabricar? Si, claro, no me doy cuenta, nadie se da cuenta. Pero no importa, en este mundo en que nos han metido es preciso no darse cuenta de esas cosas para ser feliz.

Para ello basta con confiar en lo que nos dicen los prohombres de la noble profesión (estirpe, debería decir) de los publicitarios. Si ellos nos dicen que este postre o esta cerveza son “Premium”, alcanza y sobra. Y si a usted le parece que son el mismo postre o la misma cerveza de antes, a los que les metieron el superlativo para poder venderlos más caros, se equivoca, seguro que se equivoca. Sepa que los publicitarios nunca mienten.

Hay que tener cuidado con eso, porque poner en duda la honestidad de los publicitarios es cuestionar los cimientos mismos de nuestra sociedad. Si eso hacemos, luego sólo nos quedaría el vacío y la nada. Así que cuidado con andar soñando con un mundo sin publicidad, y mucho menos con una sociedad sin explotados ni explotadores. Si siente que le está pasando eso, hágase ver lo antes posible, está usted siendo víctima de una de las peores y más raras enfermedades de nuestro tiempo: la inteligencia...