(y a mi no me importa mucho que digamos)

sábado, 31 de octubre de 2009

¿Y QUÉ HACEMOS CON ÉSTO?

Fonticelli me envía esta foto del monumento a los poetas que Uruguay le dió a Francia (Lautréamont, Laforgue y Supervielle) y pregunta: “¿Qué hacemos con esto?”. En principio, yo creo que lo primero que tenemos que hacer es jodernos.

Dá lástima ver así ese monumento que realmente nos preocupa más que los demás, no sólo porque es bello y esos tres tipos nos caen muy simpáticos, sino porque es como si el Lycée Français se lo hubiera robado y ahora no lo cuida. Antes lo veíamos dos por tres, ahí, atrás del Solís, ahora sólo lo ven alumnos, funcionarios y docentes del Lycée Français, y algunos vecinos del Buceo.

Porque si es por el vandalismo y la depredación, está bastante mejor que la mayoría de los monumentos montevideanos. A las esculturas del parque del Edificio Libertad le faltan casi todas las chapas de bronce con los datos pertinentes, la plaza 1º de Mayo es un gigantesco mural electoral y el resto se cae a pedazos, el monumento a Candeau en el Obelisco también está grafiteado, al Italia Infinita lo rayaron con un clavo, a La Loba le robaron todas las letras de bronce, al de Gabriela Mistral en Pocitos le robaron el gran medallón de bronce con su rostro, y así podría seguir toda la noche, pero es muy tarde y además estoy firmemente convencido de que no vale la pena.

Está visto que Montevideo es una ciudad pobre que no puede cuidar su patrimonio. Antes nos comparábamos con Barcelona o Madrid, ahora parece que deberíamos compararnos con Port Au Prince o Addis Abeba para poder empardar en algo. Ojo, que no le echo la culpa a Erlich ni a Arana ni a Tabaré. No le echo la culpa a nadie.

Constato una realidad que es así por un montón de razones entre las que está la anomia social de los marginados y/o marginalizados económica y/o culturalmente. Rebeldes sin y con causa que canalizan sus frustraciones destrozando, pintando y robando. Y en Montevideo los policías no pueden dedicarse a esa boludez de cuidar monumentos o plazas y tampoco hay plata para contratar cuidadores.

Yo viví 25 años a la vuelta de la Plaza de las Misiones (ahí donde está el Club Goes), y la ví salvaje y abandonada durante muchos años. Luego, a partir de 1990, la vi rehacer y deshacer varias veces, la vi esplendente y depredada, la vi llena de niños jugando y llena de drogadictos, la vi parque precioso y la vi dormitorio (y comedor y baño) de marginados.

Mucho dinero gastaron las cuatro administraciones frenteamplistas en esa plaza que debieron reconstruir varias veces por no poner un guardián, o no haberle exigido al Club Goes la contraprestación de su vigilancia y mantención. Y lo mismo podría decirse de tantos otros lugares de la ciudad. O sea que a lo mejor lo que falta no es plata sino cabeza.

En el caso de este monumento en particular, y visto que la Intendencia, al igual que la mayoría de los demás monumentos, a éste tampoco lo puede cuidar, me parece que la solución es dárselo en custodia al Lycée Français, que al fin de cuentas esos muchachos fueron "escritores franceses nacidos en Uruguay", así como Conrad era un escritor inglés nacido en Polonia y Cortázar un escritor argentino nacido en Bélgica, por no abundar. Claro que a lo mejor al Lycée Français le importa un comino el monumento ése, porque sus autoridades lo ven todos los días y -que yo sepa- nada han hecho para solucionar el asunto.

Y miren que no estoy enojado ni indignado ni quiero salir a buscar responsables ni a cortar cabezas. Estoy, sí, desilusionado y cansado de ver cómo mi querida ciudad se cae a pedazos en medio de un mar de buenas intenciones (digo esto porque también estoy cansado de pelear, a lo mejor la única intención que tienen muchos es la de cuidar su sillón). Les mando un abrazo fuerte a todos. El futuro sin dudas será promisorio.
Gracias.