"¿Cómo? Vení, no te escucho. Tenés que hablarme fuerte porque soy medio sordo (me dice Robledo cuando intento explicarle que no es que los pasajeros no toquen el timbre de la puerta de atrás ni que esté roto, sino que lo que pasa es que él no lo escucha; me acerco, se lo digo y no me cree, entonces estaciona el ómnibus, se levanta, va hasta atrás y toca el timbre que -naturalmente- suena perfecto) ¿Ves? (me dice) ¿Ves como suena? Lo que pasa es que lo acarician al timbre, tienen miedo de apretar fuerte (hace la mímica, los pasajeros lo miran callados, muy callados)". Mas tarde, Robledo me dirá: "¿Vos sabés que desde que apreté el timbre ahora suena todas las veces?"
Cuando entramos en la calle Buenos Aires, Robledo me dice: "Acá viví siete años ¿ves? primero en esta pensión (me señala un conventillo) y después en otra de la calle Reconquista que era más familiar. Porque ésta estaba llena de cafiolos y locas y se armaban cada lío que qué te voy a contar, y yo tenía una nena de 5 años y no era ambiente para ella. Era hija de mi primer mujer, que era del Casabó. Cuando llegó, la nena eructaba y se tiraba pedos y comía con las manos, pero yo la fui educando y de a poco la convertí en una señorita que podías llevarla a comer a cualquier restaurante y no te dejaba pegado. Cuando en la pieza de al lado se peleaban las putas, se escuchaba todo, y la nena me miraba y se tapaba la boca y me decía: '¿Viste lo que dijeron, papá?' Y yo le decía, sí, pero no se repite. 'No, no se repite', me decía ella aguantando la risa y vos sabés que no repetía. Yo me llevaba bien con todos los cafiolos, no tenés más remedio que llevarte bien, además, yo también tenía mis asuntitos (sonríe recordando, pero no cuenta), pero igual nos mudamos para la de la calle Reconquista, que esa tenía baño privado. Nunca tuve un problema pero igual andaba calzado, andaba con una sevillana de resorte que abierta tenía este tamaño (se señala el antebrazo) y la llevaba siempre por las dudas, pero ahí nunca la tuve que sacar. Cuando me fui para la Unión ahí era distinto, pero yo siempre iba pronto. Una vez como a las dos de la mañana se me venían acercando tres tipos y yo ya ví que me la iban a dar, entonces abrí la sevillana y los tipos escucharon el 'click' y se asustaron porque no sabían si yo tenía un revólver o una navaja y entonces se abrieron y me dejaron pasar sin decir nada, y me miraban; y otra vez llevaba la sevillana adentro de una bolsa de nylon, y también la abrí porque se me acercaban dos tipos y ya había pensado que primero se la clavaba al de la izquierda en la barriga (hace la mímica) y después, cuando ese se agachara, le mandaba un viandazo a la yugular al otro, para que se desangrara; pero veo que los tipos me ven venir y cruzan de vereda y me fijo y me doy cuenta de que la hoja de la sevillana había roto la bolsa de nylon y se veía de lejos por el reflejo de la luz de la calle. Porque no te podés regalar, la calle estará muy peligrosa, pero a mi no ve la van a dar, yo los limpio ahí nomás, porque si no después te buscan para vengarse o mandan a los parientes, en cambio si los limpias y los dejás tirados ahí, queda como un ajuste de cuentas, porque esos tipos tienen todos antecedentes.
Pero, mirá, mirá (se interrumpe y me señala la calle, donde centenares de volantes giran en remolino con la llegada de la sudestada pronosticada por los meteorólogos -desde la mañana estamos en "alerta roja", lluvia y vientos huracanados, dicen que habrá) ¿Ves? Ahora vienen los remolinos y en un rato viene la lluvia (en el horizonte ya se ven los relámpagos), porque yo tengo un sexto sentido para pronosticar el tiempo, no te digo para varios días, pero para el día no le erro, bueno, podré errarle en unas horas, pero vas a ver que ahora llueve y no pronosticaron nada (lo miro a los ojos, está hablando en serio). Cuando vivía en Vista Linda, el vecino, que era de ahí, venía a preguntarme a mí porque yo la embocaba siempre. Yo aprendí muchas cosas leyendo, sé lo de los cumulus nimbus y todo eso de las distintas nubes y de cómo el viento cambia el clima, si viene el viento del norte hace calor como hoy de mañana, si viene el viento del sur hace frío como ahora. Yo no tengo computadora, pero si tuviera no le erraría nunca ¡si tenés todas las fotos del satélite! Mirás esas fotos y te tenés que dar cuenta enseguida, yo no sé como es que no le embocan, además tienen los globos meteorológicos esos que suben los instrumentos, y cualquiera sabe que cuando el aire caliente se mezcla con un aire frío: llueve, como ahora ¿ves como tenía razón? (y señala hacia afuera, donde ha comenzado el temporal anunciado) ¿viste? Son unos troncos, todos esos 'Torracas', yo no sé cómo hacen para errarle tanto...
Yo tuve una novia que trabajaba en Meteorología, pah... qué épocas esas, yo tenía 40 años y no daba abasto con las mujeres. Una vez se me juntaron cuatro acá arriba, la primera era la que era limpiadora en Meteorología, ahí en la calle Mercedes, ella venía sentada acá adelante (señala con la cabeza el primer asiento junto a la puerta) y cuando subió la segunda yo me hice el bobo y ella ya sabía que si yo no saludaba era porque en el ómnibus venía mi mujer o algún conocido, y lo mismo con la tercera y la cuarta. Ninguna me hacían problema, unas botijas macanudas, sirvientas en Pocitos. Una era casada con un compañero -yo no sabía, me enteré cuando fui a la casa y vi la camisola colgada en la cuerda de la ropa- y una vez el marido llegó antes porque se le rompió el ómnibus y casi nos da la captura. Tuve que saltar por la ventana, era un primer piso pero tenía un terraplén de pasto en desnivel y cuando caí me torcí el pie y llegué rengo a casa. Y a mi esposa le dije que me lo había torcido cuando me bajaba del ómnibus, y la nena me ponía paños con agua y sal me preguntaba: '¿Te duele mucho, papito?', y a mí como que me daba un poco de lástima...