(y a mi no me importa mucho que digamos)
viernes, 28 de agosto de 2009
"UN BESITO GRANDOTE"
Ella dice, le dice, me dice: “Te mando un besito grandote”... y yo me quedo pensando cómo será un besito grandote. Le hago dar vueltas a esa idea dentro de mi cabeza y no hay forma, no hay manera de sacar nada en limpio. “Oxímoron” –pienso. Pero “un besito grandote” es conceptualmente algo muy distinto a “un silencio atronador”, entonces oxímoron no. A ver, comencemos por el principio: “un besito grandote” es un besito y chau. Punto. Aparte.
Lo de “grandote” –entreveo ahora– atañe a el (¿debo escribir “al”? ahora me taré, no sé) grado de cariño con el que virtualmente se dá ese besito. “Un besito grandote” es un besito que no se transforma en beso por puro pudor, o temor, o tabú, o mezquindad. Por lo general, las que mandan “besitos grandotes” por teléfono, son las que en la vida real sacan la boca y exhiben la parte del cachete que limita con la mandíbula cuando uno les va a dar un besito chiquito. Cuando me encuentro con esa clase de mujeres, hago lo mismo que ellas, y entonces el saludo tiene algo de esquimal, porque terminamos frotándonos (sutil y efímeramente, claro) las mejillas, que no las narices, que eso son palabras mayores... (¡estos esquimales!)